Historia de España

Los iberos

Los iberos fueron un conjunto de pueblos que habitaban la zona este y sur de la península ibérica entre el años 600 a.C. y la conquista romana.

La cultura ibera se extendió por toda la vertiente mediterránea de la península y el occidente de la actual Andalucía, avanzando hacia el interior en el valle del Ebro. Se desarrolló entre el años 600 a.C. y la conquista romana, en el primer siglo de la era cristiana. Entre las fuentes clásicas que les citan podemos mencionar a Hecateo de Mileto, Herodoto, Diodoro Siculo, pero especialmente a Estrabón y Avieno.

La cultura ibera fue el resultado del contacto entre el sustrato indígena y las influencias de los pueblos colonizadores, fenicios y griegos. Recordemos que los fenicios, la mayoría procedentes de la ciudad de Tiro, llegaron a la península a principios del primer milenio a.C., fundando colonias como Gadir, más allá de las columnas de Hércules, es decir, del estrecho de Gibraltar, pero también en la costa mediterránea de la península; la llegada de los griegos fue algo más tardía, en el siglo VI a.C., los foceos fundaron Rodhes y Emporion desde su colonia de Massalia, la actual Marsella. Avanzaron hacia el sur con otros asentamientos como Hemeroskopeion o Mainake, entrando en una fuerte rivalidad con los fenicios por el comercio con Tarteso.

Al contrario que Tartesso no se trató de un estado con monarca o una confederación de ciudades, sino de un conjunto de poblaciones, agrupados en tribus, que compartían algunas características comunes. Las diferencias más notables entre estos pueblos se debieron a la influencia que recibieron, en unos predominó la griega y otros entraron en un contacto más estrecho con los fenicios.

El término ibero

El nombre general de iberos con el que les conocemos a este conjunto de pueblos, no se corresponde con ninguna nomenclatura clásica, pues no había un nombre común para ellos, cada grupo tenía el suyo: ausetanos, layetanos, ilergetas, iacetanos, ilercavones, edetanos, contestanos, oretanos, bastetanos, turdetanos.…

El término ibero, para referirse al conjunto de pueblos de las costas mediterráneas y sur de la península y que compartían algunos rasgos, como una lengua no-indoeuropea y un tipo de cerámica pintada, fue generalizado por los investigadores, especialmente Adolf Schulten y Pedro Bosch Gimpera, en el siglo XX.

En las fuentes clásicas, el concepto “iber”, se utilizaba para hacer referencia a distintos ríos: Júcar, Tinto o Ebro, de los que sólo el último ha conservado dicho nombre, y por extensión, se aplicaba a toda la península hasta tiempo de los romanos, quienes utilizaron el término Hispania, de que se derivará España. Curiosamente no fue el único territorio al que nombraron así las fuentes, pues había otra Iberia al este del mar Negro.

Poblados: los oppidum

Los iberos establecieron dos tipos de poblados, por un lado los oppidum, levantados en zonas altas de fácil defensa que permiten el control visual de extensos territorios, vigilando caminos, cultivos u otras fuentes de riqueza. Esas poblaciones estaban amurallados.

El segundo tipo de poblado, más pequeño y que no solía estar amurallado se construía en las zonas bajas para el cultivo de las tierras y la explotación de lo recursos, eran poblaciones supeditadas a los oppidum que les servían de defensa en caso de necesidad.

Las viviendas iberas

Las casas eran rectangulares, los techos se cubrían con vigas de madera, barro, ramas y paja, no utilizaban tejas. El material principal para los muros era el adobe o tapial revocados, muchas veces en color rojizo, alzados sobre cimientos de piedra, siendo estos cimientos los restos que encontramos ahora en los yacimientos. Esta arquitectura enlaza con distintas construcciones tradicionales que han llegado hasta nuestros días.

La sociedad ibera

Las iberas eran sociedades organizadas de manera tribal y jerarquizada, como demuestran la diferencia entre ajuares funerarios y el distinto tamaño de las casas. El poder estaba en manos de una aristocracia guerrera, con jefes o caudillos al mando de las poblaciones. De hecho los iberos fueron guerreros muy apreciados en la antigüedad y lucharon como tropa mercenaria o aliada en los grandes enfrentamientos entre romanos y cartagineses.

La economía ibera

Agricultura y ganadería

La economía se basaba en la agricultura, siendo su base la triada mediterránea: cereal, vid y olivo, que, además de para el consumo, sirvió para el comercio con griegos y fenicios. También cultivaron plantas para las manufacturas como el lino y el esparto. Practicaban una ganadería menor acorde con su situación geográfica.

La artesanía

Desarrollaron una importante artesanía destacando sus tejidos y la cerámica de torno, técnica que llegó a la península de la mano de fenicios y griegos. Dominaban la metalurgia de hierro, brillando en la fabricación de armas, donde no podemos dejar de citar la falcata ibera, un tipo de espada corta que se convirtió en una de las armas más temidas en la antigüedad. Nos han legado importantes muestras de su habilidad para la orfebrería y la elaboración de exvotos.

La explotación minera fue importante entre las poblaciones de la zona sur peninsular.

El comercio

El comercio fue una actividad clave para el desarrollo de esta cultura, pues puso en contacto a las poblaciones indígenas con los colonizadores llegados del otro extremo del Mediterráneo. De la mano de este comercio se inició el uso y la fabricación de monedas, y llegaron hasta la península productos orientales visibles en los ajuares funerarios.

La escritura ibera

Los iberos tenían escritura. Se han encontrado más de 2000 inscripciones en diferentes soportes: grafitos en cerámica, piedra, láminas de metal (especialmente plomo) y monedas; con funciones distintas: comerciales, religiosas, funerarias. Los restos más antiguos datan de alrededor del 420 a.C., y los últimos de la época de Augusto.

El signario utilizado varía pero esta basado en un un sistema semi-silabario de influencia fenicia, una escritura cuyos símbolos sabemos como se pronuncian, gracias al trabajo del Dr. Manuel Gómez Moreno (1870-1970) a los estudios posteriores, pero no podemos entender su significado. Este signario proto-hispánico es diferente en la zona del noreste y la del sur, quizás por influencia, en esta última del alfabeto heredado de Tartessos, que mezcla caracteres fenicios y propios escribiendo de derecha a izquierda. En una pequeña zona sur-oriental, entre Alcoy y el Cigarralejo usaron el alfabeto griego jonio, también se han encontrado algunas inscripciones adaptando el alfabeto latino. Los celtíberos también utilizaron el signario proto-hispánico de la zona noreste adaptándolo a su lengua indoeuropea (signario celtíbero).

La religión ibera

No conocemos en profundidad sus creencias religiosas pero podemos deducir algunas de sus características por los hallazgos arqueológicos. No se han conservado grades templos ni referencias a ellos en fuentes clásicas lo que, junto a la gran cantidad de exvotos encontrados, hace pensar en la importancia de un culto doméstico. Las figuras de bronce y terracota podrían representar a los antepasados o divinidades protectoras.

Tuvieron importancia los santuarios, como el de la Cueva en el Collado de los Jardines (Despeñaperros). Funcionaban al modo de las ermitas de las localidades a las que se realizan romerías en fechas señaladas. Los iberos mantuvieron esta práctica hasta bien entrado el periodo romano, quizás una de los últimos elementos de la identidad íbera en desaparecer. A estos santuarios se portaban exvotos de bronce, piedra o terracota, se ha hallado miles de ellos, de formas individualizadas. Puede que buscaran con ellos el favor de la divinidad en momentos calve de la vida de las personas: embarazos, enfermedades, matrimonios, guerras…

Los iberos fueron poco dados a la representación de la divinidad, quizás algunas estelas en forma de betilos en los santuarios fuera su manera de representarla.

Los enterramientos

Se han encontrado numerosas necrópolis iberas que nos permiten hacernos una idea bastante clara de su ritual funerario. La estructura de las tumbas era sencilla, una fosa o cista cubierta por estructuras cúbicas o por túmulos, como los que encontramos en la necrópolis del yacimiento de Cabezo de Alcalá en Azaila. Las diferencias sociales se mostraban en las riquezas de los ajuares, el tamaño de la tumba y la situación de las mismas, mostrando la jerarquización de la sociedad ibera. Los ajuares funerarios con los que acompañaban a los restos eran muy diversos. Podemos encontrar diversos objetos personales como joyas, vajillas, piezas de juegos y armas.

Los iberos incineraban a sus muertos guardando sus cenizas y restos en urnas cerámicas, pero también las recogieron en cajas de piedra o en otros recipientes de cerámica, algunos procedentes de Grecia cuyo fin original era otro, como las cráteras. Pero las urnas cinerarias más espectaculares halladas son las damas de Baza y Elche, con las que entramos en el arte ibero.

Arte ibero

Los iberos destacaron en el trabajo de la joyería, la orfebrería, la cerámica decorada y la escultura, de gran influencia oriental. Ya hemos hablado de los exvotos, pequeñas esculturas en bronce o terracota que abunda en los yacimientos.

Lo más llamativo del arte ibero son sus esculturas, como la Dama de Baza o la Gran Dama Oferente, destacando de entre ellas por su finura la Dama de Elche. Eran todas esculturas policromadas, conservándose algunos restos que nos han permitido estudiar como elaboraban los pigmentos. Están relacionadas con prácticas religiosas, aunque no representen a diosas, o de enterramiento, pues servían de urnas funerarias. Son también muy características las representaciones de animales, algunos con cabeza humana como la Bicha de Balazote.

Su producción cerámica también fue muy notables. Desde la introducción del torno la producción creció. Las decoraciones era geométricas en su primera etapa y figurativas en la más moderna.

Las Guerras Púnicas y la romanización

La llegada de los cartagineses no supuso la desaparición de esta cultura, al contrario de lo ocurrido con Tartesso. Los iberos que entablaron importantes relaciones políticas y comerciales con Cartago y sirvieron como mercenarios de sus ejércitos. La derrota cartaginesa en la I Guerra Púnica (264-241 a.C.) contra los romanos cambió su actitud en la península, tratando de controlar los recursos para sobreponerse a las pérdidas sufridas. La ciudad de Cartago Nova, actual Cartagena, se convirtió en su centro político en la península.

La II Guerra Púnica 218-201 a.C. supuso el inicio de la intervención romana en la península ibérica y su posterior conquista. Los iberos también participaron en este guerra, formaron como mercenarios en ambos bandos, pero especialmente al servicio de Aníbal. De hecho el matrimonio de Himilce, hija del rey de Cástulo sirvió para asentar la alianza entre los pueblos iberos de Oretania y Cartago.

Tras la derrota de Cartago, los romanos conquistaron el espacio ocupado por los iberos, que se romanizaron de una manera más rápida y profunda que otros pueblos de la península debido al contacto que ya habían tenido con otros pueblos colonizadores.

 

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