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Tartessos

La cultura de Tartessos se desarrolló en el sureste de la península ibérica entre los siglos XII y VI a.C.

La cultura de Tartessos se desarrolló durante el bronce final y la Edad del Hierro, entre los siglos XII y VI a.C., en la zona del suroeste peninsular, siendo la cultura prerromana de occidente que alcanzó un mayor desarrollo cultural.

Tartessos en las fuentes griegas

Las fuentes antiguas, principalmente griegas, señalan a Tartessos como una civilización localizada en los confines del mundo conocido, en occidente, más allá de las Columnas de Hércules. Una tierra de grandes riquezas. Allí sitúan mitos, como el décimo de los trabajos que Euristeo le encomendó a Hércules: robar los toros rojos de Gerión protegidos su fiero perro Ortro (hermano de Cerbero). Gerión se representaba en la mitología griega como una monstruo de tres cuerpos y tres cabezas que habitaba en Eritea, una de las islas de las Gadeiras, emplazamiento del Gadir fenicio. Se enfrentó con Hércules, y el hijo de Zeus le derrotó clavándole una flecha envenenada con la sangre de la Hidra.

Autores como Hecateo, Herodoto, Avieno y Pausanias mencionaron a Tartessos en sus obras. Un nombre que se aplicaba a un territorio, un río (probablemente el Guadalquivir) y una capital que no ha podido ser localizada.

Dicen que Tartessos es un río en la tierra de los iberos, llegando al mar por dos bocas y que entre esas dos bocas se encuentra una ciudad de ese mismo nombre. El río, que es el más largo de Iberia y tiene marea, llamado en días más recientes Baetis y hay algunos que piensan que Tartessos fue el nombre antiguo de Carpia, una ciudad de los iberos”.

Pausanias

Situación geográfica de Tartessos

Tartessos fue una cultura de raíz atlántica, su núcleo originario estaba situado en el sur-oeste de la península ibérica, en el fértil valle del Guadalquivir, en las cuencas de los ríos Tinto y Odiel, y en el Algarve. Su influencia durante el Bronce Final y la Edad de Hierro se expandió hacia el interior, hasta el valle medio del Guadiana, en la actual Extremadura donde se han hallado algunos de sus más sorprendentes yacimientos.

Entre los restos más llamativos de esta civilización podemos citar los tesoros, como el Tesoro de El Carambolo, hallado en 1958 cerca de Camas, en la provincia de Sevilla, donde ya podemos apreciar la mezcla entre los elementos del bronce indígena y el trabajo de filigrana propio del arte del levante mediterráneo; o el Tesoro de Aliseda, en la provincia de Cáceres, que data del siglo VII a.C.

Los yacimientos más importantes en el bajo Guadalquivir los encontramos en Mesas de Asta, en una pedanía de Jerez de la Frontera, en Nabrissa (Lebrija), Spal (Sevilla) y Onoba (Huelva), Ossonoba (Faro) todos ellos bajo varios niveles históricos, lo que dificulta su excavación.

El yacimiento de Tejada la Vieja, en Huelva, ha permitido excavar un poblado minero en extensión. Por otro lado, en el Carambolo, se hallaron en 2002 los restos de una templo.

A partir del siglo VI a.C. parece que hubo una emigración de población tartéssica hacia el interior, encontrándose en Extremadura, en el valle del Guadiana, algunos yacimientos clave como los túmulos y construcciones de Cancho Roano y Cerro Borreguero en Zalamea de la Serena, y Turuñuleo, en Gureña, donde se ha encontrado importante construcción identificad con un santuario.

La búsqueda de Tartessos: Schulten y Bonsor

Sigue siendo un misterio el emplazamiento de una gran ciudad o capital. Pese a los grandes esfuerzos del arqueólogo alemán Adolf Schulten (1870-1960), quien dedicó gran parte de su vida a localizarla, convencido de que lo lograría siguiendo las las fuentes antiguas, al igual que había hecho su compatriota Heinrich Schliemann con Troya.

Esta ciudad podría encontrarse bajo alguna de las poblaciones modernas, lo que dificultaría mucho encontrarla, o en la zona del Coto de Doñana, lo que podría coincidir con la descripción de Pausanias ya que la configuración de la desembocadura del Guadalquivir es ahora muy distinta a como lo fue en la época tartéssica, cuando formaba un gran lago. Fue en este lugar donde se centraron las investigaciones de Schulten y George Bonsor.

Sin embargo, cada vez son más los historiadores que sostiene que esa capital no existió, sino que Tartessos era una confederación de ciudades.

El origen de Tartessos

Respecto su origen de Tartessos se plantean dos teorías: una evolución de los pueblos de la Edad del Bronce del suroeste peninsular que llegó a su máximo esplendor al entrar en contacto con los fenicios, o el resultado directo de la aculturación de los pueblos autóctonos por los fenicios. En todo caso, ambos elementos están presentes en esta civilización, como podemos ver en sus realizaciones artísticas, en las referencias a dioses orientales como Astarté, Baal y Melkart, o en el alfabeto tartéssico que deriva del fenicio.

Organización política de Tartessos: Argantonio

Ya sea como reino o como liga de ciudades-estado, se considera a Tartessos como el primer estado organizado en la península. Dominado por una aristocracia, que tenía el control de la riqueza y los contactos comerciales con los fenicios. Las necrópolis de Setecilla y La Joya, ejemplifican esa estratificación social.

El gobierno estaría en manos de una monarquía, según se desprende de la referencia de Herodoto al mítico rey Argantonio, modelo de monarca justo y sabio, que según el historiador griego vivió más de cien años gobernando ochenta, y que los investigadores sitúan entre los años 630 y 550 a.C.

En este sentido dice Herodoto haciendo referencia a la navegación de los Foceos: Llegados a Tartessos se hicieron muy amigos del rey de los tartesios. Era éste Argantonio, quien reinó sobre Tartessos ochenta años y vivió en su totalidad ciento veinte.

Reyes míticos: Gárgoris y Habis

También citan las fuentes a otros reyes míticos. No sólo Gerión, de que ya hemos hablado. Tras su dinastía gobernó Gárgoris, inventor de la apicultura y el comercio, y su hijo Habis, quien enseñó la agricultura a los tartessios, les dotó de leyes y organizó la sociedad en siete clase. Se trataría de personajes míticos fundadores de su civilización.

La religión de Tartessos

Desconocemos en detalle la religión de Tartessos, se han conservado varios santuarios y algunas representaciones de deidades que se identifican o relacionan con Baal y Astarté, lo que muestra una influencia fenicia. No debemos olvidar la gran importancia que tuvo en la antigüedad el santuario de Melkart en Gadir, un santuario que, como ocurre con los oráculos griegos, más allá de sus funciones religiosas también eran importantes centros económicos, comerciales y diplomáticos. Característicos de estos templos tartéssicos son los altares con forma de piel de toro y la presencia de conchas en el empedrado a la entrada de los santuarios.

La economía de Tartessos

La bases de su economía fueron la agricultura y la ganadería, Tartessos se expandió el fertil valle del Guadalquivir, y las referencias mitológicas al ganado de Gerión o la agricultura introducida por Habis, atestiguan su importancia. La abundancia de minas (plata, oro, cobre o hierro) en su territorio propició una enorme riqueza y facilitó el desarrollo de la metalurgia. No en vano el nombre del mítico Argantonio tiene clara relación etimológica con la plata.

El comercio: fenicios y griegos

Un elemento clave para entender la importancia de Tartessos en el mundo antiguo y su interacción con los pueblos colonizadores del levante es su ubicación, en el extremo occidental de Mediterráneo. Un lugar estratégico para controlar las rutas de comercio con el Atlántico, especialmente la ruta del estaño hacia las islas británicas, donde se situarían las islas Casitétrides o del estaño, citadas en las fuentes antiguas.

Para el comercio con Tartessos fundaron los fenicios de Tiro la ciudad de Gadir. Este comercio se basó en el intercambio de minerales y cereales de Tartessos por bienes manufacturados de gran valor procedentes de oriente. Los griegos, especialmente los focenses también entraron en contacto con Tartessos. Fuentes griegas cuentan que Argantonio les ofreció instalarse en sus tierras tras la caída de su polis en manos persas.

Volvemos a Herodoto: Los focenses se hicieron tan amigos de este rey que les invitó en primer lugar a abandonar Jonia y a habitar en la zona de su territorio que quisieran. Luego, como no lograba convencer en esto a los focenses, informado por ellos de los progresos de los persas, les dio dinero para rodear su ciudad de una muralla.

La llegada de los helenos a las costas del sur peninsular propició una fuerte competencia comercial con los fenicios.

La descomposición de Tartessos

La cultura de Tartessos desapareció de las fuentes a finales del siglo VI a.C. Se desconocen las causas de la descomposición del mundo tartéssico pero se apuntan algunas teorías. Por un lado la expansión de Cartago. Tras la caída de la ciudad de Tiro en manos de Nabucodonosor II, la antigua colonia de Cartago tomó el control del comercio fenicio en occidente. La política de los cartagineses fue mucho mas agresiva que la de Tiro, tratando de cerrar el paso a los griegos. La victoria de Cartago en la batalla de Alalia en el 535 a.C., apenas quince años después de la muerte de Argonatonio, cerró el paso a los griegos perjudicando el comercio de Tartessos. Algunos autores apuntan a una invasión violenta de Cartago que explicaría la rápida desaparición de Tartessos.

Otras teorías se centran en los cambios económicos y comerciales. Con la explotación de minas en Sicilia y Cerdeña y la apertura de rutas terrestres a través de las Galias hacia el estaño de las islas británicas, Tartessos perdió importancia estratégica y el dominio de la principal ruta del estaño, a lo que habría que sumar el agotamiento de las minas en su territorio.

Una última teoría señala que la causa del fin de Tartessos pudo ser una catástrofe natural, al igual que ocurrió con la cultura minoica, un terremoto o maremoto que destruiría las ciudades del bajo Guadalquivir y explicaría la expansión hacia el valle del Guadiana en la última fase de esta civilización.

Los Turdetanos

Entre los pueblos posteriores, los Turdetanos están considerados como los continuadores o herederos de la cultura de Tartessos, de ellos dice Estrabon que “…son considerados los más cultos de los iberos, ya que conocen la escritura y, según sus tradiciones ancestrales, incluso tienen crónicas históricas, poemas y leyes en verso que ellos dicen de seis mil años de antigüedad”.

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