Historia de España,  Materiales de estudio

Celtas y celtíberos

Los celtas y los celtíberos fueron pueblos de procedencia y lengua indoeuropea, conocedores de la metalurgia del hierro, que llegaron durante el primer milenio y se instalaron en el noroeste y el centro de la península

Celtas y celtíberos fueron los pueblos proto-hispánicos que mayor resistencia presentaron a la conquista romana y a al romanización en la península ibérica. Era gentes de procedencia y lengua indoeuropea, conocedores de la metalurgia del hierro, que llegaron durante el primer milenio y se instalaron en el noroeste y el centro de la península.

Las migraciones indoeuropeas

La cultura celta se extendió por el centro, norte y oeste de la península ibérica: los valles del Ebro y el Duero, y la meseta norte, expandiéndose hacia la cornisa cantábrica y la zona de la actual Galicia. Fue el fruto de las migraciones de gentes con leguas indoeuropeas llegadas desde las estepas asiáticas en dos grandes oleadas. La primera de estas oleadas se produjo alrededor del año 1000 a.C., a finales de la Edad del Bronce y, en el caso de la península se limitó a la zona nororiental y estaba asociada a la expansión del ritual funerario de los campos de urnas.

La segunda oleada se extendió hasta el siglo VI a.C. Estos grupos se establecieron por toda la mitad noroccidental de la península: los valles del Ebro y el Duero, y la meseta norte, expandiéndose hacia la cornisa cantábrica y la zona de la actual Galicia, donde se relaciona con la cultura castreña.

Estos pueblos se mezclaron con las poblaciones indígenas, pero apenas tuvieron contacto con los pueblos colonizadores mediterráneos, fenicios y griegos.

El término celtíbero lo empleamos para referirnos a aquellos pueblos celtas en su esencia pero que, por su contacto con los pueblos iberos del mediterráneo, asimilaron algunos elementos de su cultura, como el alfabeto, el torno de alfarero y el uso de la moneda.

En la tradicional división que las fuentes clásicas hicieron de la península, todos estos pueblos configuraban la mitad celta.

Economía

El mundo celta era agrario y rural. Su economía se basaba en la agricultura y la ganadería, dependiendo la importancia de cada actividad de la zona ocupada por cada tribu o grupo.

La agricultura

La agricultura era extensiva y de secano, predominado los cereales: trigo, cebada y mijo, pero también las leguminosas. Podría tratarse de una sistema de rotación de cultivos, cereal y leguminosa, para mantener la productividad de la tierra. Abundan en los yacimientos celtas y celtíberos los silos para almacenar el grano.

El estudio de los recipientes para la conservación y de los molinos indica que junto al cereal, las bellotas fueron una parte esencial de la dieta, por lo que su recolección fue una actividad habitual y clave para la alimentación.

De la fermentación de cereal obtenían la kaelia, una bebida similar a la cerveza, citada por Plinio. Incluso se ha hallado en el yacimiento de Ségeda un lagar que se utilizó para la elaboración de vino datado entre el año 200 y el 150 a.C.

La ganadería y los verracos

La ganadería menor fue muy importante, especialmente las ovejas y las cabras. Se debate sobre si se trataba de una ganadería de trashumancia, aunque parece probable que los desplazamientos del ganado no fueron tan largos como en los tiempos medievales de la Mesta, más bien sería una trasterminancia entre las montañas y el llano. La abundancia de Teserae hospitalis parece indicar lo habitual de esta práctica en la zona celtibera. Menos importancia tuvo la ganadería porcina.

En lo que respecta a la ganadería mayor, de menor importancia para su economía, criaron vacas y caballos, siendo la monta de estos últimos un elemento importante en la jerarquía social, pero también se criaron para el consumo.

Las famosas esculturas celtíberas conocidas como verracos, son un indicio de la importancia de la actividad ganadera para estos pueblos. Podría tratarse de una escultura propiciatoria para la mejora del ganado, aunque también podrían delimitar zonas de pastos. Los más conocidos son los Toros de Guisando, en El Tiemblo, provincia de Ávila.

La metalurgia

Como todo buen indoeuropeo que se precie de serlo, los celtas dominaban la metalurgia del bronce y la del hierro, siendo ésta una de sus características diferenciales. Destacó el utillaje y las herramientas que fabricaron y que han sido la base del trabajo agrícola, con algunas aportaciones posteriores, hasta el siglo XIX. Junto a las herramientas también elaboraron adornos y armas de gran calidad. Ambas muy presentes en los ajuares funerarios.

Explotaron las minas en la zona norte, donde abundaba el preciado estaño con el que podían comerciar tanto con pueblos mediterráneos, como atlánticos, y, en menor medida, el oro.

Artesanía: cerámica y textil

De su producción artesanas debemos destacar la cerámica y el textil. La cerámica era de calidad, pero no conocían el torno, excepto entre los celtíberos que tuvieron mayor contacto con los pueblos del litoral mediterráneo. Estaba decorada con formas geométricas y zoomorfas.

La producción de tejidos, principalmente de lana, se realizaba en el hábito doméstico, en telares, se ha encontrado gran cantidad de ponderas y tesayolas que atestiguan dicha actividad. El cuero fue el otro gran material utilizada por los celtas y celtíberos.

Los poblados y viviendas

La población estaba articulada en torno a castros, que luego evolucionarán a oppidum, de los que dependían otras estructuras menores, como aldeas o torres defensivas, para la explotación de la tierra y el control del territorio.

Un buen ejemplo del poblamiento celta es el oppidum de Ulaca, perteneciente al pueblo que las fuentes griegas denominaron vettones, fue uno de los más notables del mundo celta en la península. Se encuentra en el municipio de Solosancho, en la actual provincia de Ávila.

Se alza en una montículo a más de 1.400 metros, su urbanismo era irregular, adaptándose al terreno, sin unas calles marcadas. Destaca la conservación de un santuario tallado en la roca para sacrificios y una sauna ritual, (citada por Estrabón) que también aparece en otros poblados y castros. Estaba fortificado con murallas de 3 kilómetros de diámetro y otras estructuras defensivas, en el castro de Cogotas colocaron colocaron piedras hincadas para evitar un ataque directo del enemigo.

Las viviendas tenían forma rectangular, con una sencilla separación en tres espacios: una entrada o zaguán, la zona principal, con el hogar, que también se utilizaba para dormir, y una despensa o almacén. Los suelos eran de arcilla o tierra, según el terreno. Los muros, de adobe o tapial, se alzaban sobre zócalos de piedra. Las paredes se revocaban con cal o yeso para si protección. El techo se sostenía sobre vigas de madera, cubierto con ramaje y arcilla para su impermeabilizarla.

La Cultura de los Castros

La zona noroeste de la península, la actual Galicia y la parte occidental de Asturias, fue el territorio donde se desarrolló la cultura castreña o de los castros. Una cultura celta pero que presentaba algunas diferencias con respecto a resto de pueblos indoeuropeos de la península. Estas poblaciones se relacionan con las rutas atlánticas que ya eran importantes durante la Edad de Hierro

Especialmente llamativos son los restos de sus asentamiento o castros, que dan nombre a esta cultura. Estaban construidos en promontorios elevados, muchas veces junto al mar. Defendidos con murallas y, en ocasiones, fosos. Dentro de los recintos amurallados el urbanismo no estaba definido.

Uno de los elementos más característicos de estos castros son las viviendas de piedra y planta circular. Los muros de mampostería sostenían techos cónicos formados un estructura de madera recubiertas de ramaje y barro.

Sorprende el hecho de que no se hayan encontrado necrópolis ni ningún tipo de enterramiento que nos pueda dar una pista de su ritual funerario.

Los celtas no formaron nada parecido a un Estado o reino, se organizaban en clanes familiares que se agrupaban en tribus. Las fuentes citan muchos pueblos: vacceos, vettones, carpetanos, arévacos celtíberos… y también hemos mencionado a la cultura castreña, sin olvidar a los pueblos astures, cántabros y vascones.

Organización social

Aunque posiblemente se tratara de pueblos más igualitarios que los iberos, existía una jerarquización social visible en los ajuares funerarios. Los más ricos pertenecen a una casta guerrera, los jefes o caudillos de las tribus, enterrados con sus armas y arneses para caballos. Un segundo estrato lo formado por guerreros, y en la base de la pirámide encontraríamos a los campesinos enterrados con escasos ajuares o sin ellos.

La religión y los enterramientos

La religiosidad de los celtíberos y los celtas peninsulares es difícil de conocer por la falta de fuentes. Al igual que el resto de pueblos indoeuropeos eran politeístas, siendo Lug el dios del que más referencias encontramos en la epigrafía y la toponimia, una deidad masculina y solar.

Escasean también las referencias a sus ritos religiosos, salvo la cerámica numantina donde encontramos escenas de sacrificio de aves. Podemos deducir celebraciones y rituales similares a las del resto del mundo celta, con variaciones locales o tribales. Estos ritos estaban relacionados con el culto solar y los ciclos lunares, ceremonias en honor a los dioses, así como sacrificios de animales y ofrendas votivas. También se realizaban rituales de adivinación para conocer el futuro y tomar decisiones importantes. Estos cultos se celebraban al aire libre, en lugares naturales de especial importancia, los pueblos celtas no solían construir templos.

Tanto celtas como celtíberos practicaban la incineración como ritual funerario, recogiendo los restos en urnas que enterraban en hoyos junto con el ajuar, que según la clase social podía incluir armas, joyas, adornos u otros objetos. Estas sencillas tumbas podían estar marcadas con estelas o túmulos.

Las fuentes antiguas, como Silio Itálico y Eliano se hacen eco de una práctica funeraria que consiste en exponer los cadáveres de los guerreros muertos en combate en un lugar elevado para que sean devorados por buitres, animales a los que consideraban psicopompos

Itálico: “Los celtíberos consideran un honor morir en el combate y un crimen quemar el cadáver del guerrero así muerto; pues creen que su alma remonta a los dioses del cielo, al devorar el cuerpo yacente el buitre”y, según Eliano (10,22) refiriéndose a los vacceos “…dan sepultura en el fuego a los que mueren de enfermedad…, mas a los que pierden la vida en la guerra… los arrojan a los buitres, que estiman como animales sagrados».

Lenguas y escritura

Los pueblos celtas y celtíberos emplearon lenguas indoeuropeas. Contamos con numerosas muestras de escritura celtíbera, que datan de entre el siglo II a.C y la época de Augusto. Utilizaron diversos soportes como la piedra, la cerámica o placas de metal, especialmente el bronce. Encontramos varios tipos de inscripciones: epitafios y escritos relacionados con prácticas religiosas, inscripciones rupestres, monedas, grafitos en cerámicas y las téseras de hospitalidad.

Utilizaron el alfabeto ibero del noreste o signario paleo-hispánico, adaptándolo a su lengua. Una de las peculiaridades de esta escritura es la de combinar caracteres silábicos con alfabéticos, aumentando los segundos por la influencia romana. Al igual que ocurre con la escritura de los iberos se puede leer pero no se ha descifrado su significado.

Conquista romana y romanización

La conquista romana de los pueblos celtas y celtíberos fue una tarea larga, ardua y que quedó inacabada. Las llamadas Guerras Celtibéricas se prolongaron durante cinco décadas de 181 al 133 a.C., aunque la luchas había empezado antes y se prolongó mucho después, siendo una auténtica pesadilla para las legiones romanas. Estas guerras nos han dejado episodios tan conocidos como la resistencia de Viriato, cuya muerte vemos aquí representada por José Madrazo en un impecable cuadro neoclásico, o la Guerra de Numancia, con el asedio y la destrucción de la ciudad, siendo el momento de la entrada de los romanos y el suicidio de los numantinos, el elegido por Alejo Vera para su obra, esta vez con un estilo romántico.

Ya hemos indicado que la conquista no fue completa. Pese a las campañas realizadas en tiempos de César Augusto, las Guerras Cántabras, muchas tribus y poblaciones en la zona norte, solo fueron nominalmente conquistados y su romanización prácticamente nula. En general las poblaciones celtas y celtíberas presentaron una mayor resistencia a la romanización que las iberas de las zonas litorales.

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