Historia del Arte

La arquitectura etrusca

Elementos clave e influencia en Roma

Introducción histórica

El etrusco fue un pueblo que se desarrolló en la zona central de la península itálica, ente los valles del Arno y el Po, superando los límites de la actual región de Toscana a la que dio nombre, como también lo hizo con el mar tirreno (tirrenos fue el nombre con el que les nombraban los griegos). Ellos se llamaban a sí mismo rasenas, el nombre etrusco se lo dieron los romanos.

Floreció entre los siglos VII y VI a.C., cuando fue actor hegemónico en la península itálica y un fuerte competidor de fenicios, griegos y cartagineses en la lucha por el control del mediterráneo occidental. Aunque sus raíces se pueden rastrear hasta la cultura Villanoviana, en la Edad de Hierro, a principios del primer milenio.

El ocaso del mundo etrusco vino de la mano del crecimiento de Roma. A partir del siglo IV a.C., la República Romana comenzó el proceso de conquista de Etruria. La cultura etrusca no fue borrada por los conquistadores, sino que se diluyó en el mundo romano, dejando una impronta indeleble por el tiempo, especialmente visible en el arte, la religión y la organización política.

No vamos a profundizar aquí en la historia, la cultura y la religión del pueblo etrusco, pero por si os interesa profundizar en el tema dejo el enlace a nuestro podcast.

Urbanismo

El urbanismo es el conjunto de conocimientos relacionados con la planificación y el desarrollo de las ciudades, y fue una disciplina en las que el pueblo etrusco tuvo una enorme influencia en el mundo romano. No en vano bajo el dominio de la dinastía etrusca, entre el 616 y el 509 a.C., se produjo el primer desarrollo de la ciudad de Roma, pasando de un insignificante poblacho a una importante ciudad.

De hecho la visión etrusca del urbanismo, tanto en la práctica como en la teoría, fue recogida y ampliamente desarrollada por los romanos.

Aunque muchas ciudades etruscas surgieron y evolucionaron de manera más o menos espontanea, durante la segunda mitad del siglo VI a.C. ya se había establecido un modelo a seguir, tanto en el ritual de fundación de los nuevos asentamiento como en su trazado.

Ritual de fundación de una ciudad

El ritual para la fundación de una nueva ciudad se iniciaba con la interpretación de la voluntad de los dioses por los augures, ya hablamos de la importancia de estos augures, y de su influencia en cada una de las decisiones importantes que se tomaban.

Si los augurios eran favorables se enterraban las ofrendas y se marcaba el pomerium (o límites de la ciudad). Para fijarlos se trazaba un surco con un arado del que tiraban un buey y una vaca guiados por un sacerdote. Finalmente eran también los sacerdotes quienes ofrecían a los dioses los pertinentes sacrificios.

Trazado regular

Cumplidos los ritos de rigor, con lo dioses de su parte y el perímetro fijado se articulaba el interior de la ciudad en torno a dos calles principales: el cardo que atravesaba la ciudad de norte a sur y el decumanus orientado de este a oeste, por lo que era perpendiculares entre ellas y se cruzaban en el centro de la población.

Las calles principales era anchas, podían llegar hasta los quince metros, con otros cinco de acera donde se instalaban los comercios. Ese fue el caso de Marzabotto, un ciudad fundada en el siglo VI a.C.

El resto de las calles se sucedían de forma paralela a las principales formado manzanas ortogonales. Se trata de un modelo muy similar al ideado por Hipodamo de Mileto, aunque en el caso de los etruscos se otorgaba más importancia a la orientación de las calles según un sentido ritual.

Las cloacas

Algunas de estas ciudades llegaron a disponer de canales de desagüe o cloacas. La más conocida es la Cloaca Máxima de Roma. Según la tradición fue construida por hacia el año 600 a.C. por el rey Lucio Tarquinio Prisco, el primero de los reyes etruscos de Roma, para drenar las marismas y conducir las aguas residuales hasta el Tiber. Fue un elemento vital para el posterior desarrollo de la ciudad, hasta el punto de que el Emperador Augusto la resaltaba entre todas las obras realizadas en la ciudad.

Murallas y puertas

Las ciudades etruscas estaban amuralladas. Sus muros se alzaron con ladrillos de adobe o con piedras de gran volumen. Estas piedras podían ser sillares regulares, como en la muralla de Fiesole, del siglo IV a.C.; o bloques ciclópeos, grandes piedras irregulares conformadas para encajar entre ellas, como aun podemos contemplar en la Mura dell’Arce de la localidad italiana de Vetulonia, datada entre los siglos VI-V a.C. Para mejorar el sistema defensivo se cavaban fosos frente a las murallas.

Los etruscos pusieron especial interés y esfuerzo en las construcción de las puertas de las ciudades, algunas de ellas con aspecto monumental. La más conocida es la La Porta all’Arco de Valterra, un arco de medio punto construido con bloques de toba en seco hacia el siglo III a.C. Podemos contemplar en su clave los restos de la cabeza de Júpiter (Tinia para los etruscos) y en las primeras dovelas los restos de las de los Dioscuros, Castor y Polux, o quizás de Uni y Menerva, en este segundo caso formarían la triada principal del panteón etrusco. Estas esculturas servirían como elementos de protección simbólica de la ciudad.

Son muy interesantes las puertas de Perugia, como la Puerta o Arco de Augusto, también construida con arco de medio punto. Los etruscos utilizaron aquí un sistema de defensa habitual en las fortalezas, la entrada acodada. Consistía en colocar una segunda puerta tras la primera, pero no en línea recta sino en ángulo (o codo), lo que dificulta la entrada del enemigo al dejarlo muy expuesto a los defensores.

Bibliografía

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CAJIGAL VERA, Miguel Ángel, Otra historia de la arquitectura, Editorial B, Barcelona, 2023.

DE LA PLAZA ESCUDERO, Lorenzo, Diccionario visual de términos de arquitectura, Cátedra, Madrid.

ELVIRA BARBA, Miguel Ángel y BLANCO FREIJEIRO, Antonio, Etruria y Roma republicana, Historia 16, Madrid, 1990.

GOMBRICH, E.H., La historia del arte, Debate, Madrid, 2006.

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