Claves de la Arquitectura Romana
La arquitectura romana destacó por una lograda mezcla de dos principios que, a simple vista, podrían parecer contrapuestos:
-
Por un lado el gusto por lo colosal, que aumentó a medida que crecía la extensión y el poder del Imperio. No debemos olvidar que el Estado romano fue el gran promotor de las construcciones, por lo que esa monumentalidad cumplía una función de propaganda del poder de Roma, mostrando su presencia en cualquier rincón de sus inmensos dominios.
-
Por otro, la funcionalidad, los romanos fueron grandes maestros en la creación de espacios interiores, como las basílicas; mientras sus obras de ingeniería eran capaces de salvar grandes obstáculos naturales. Siguen impresionándonos sus puentes, acueductos, pantanos y calzadas.
Y todo esto sin renunciar a la belleza estética. Recordemos lo tres principios básicos que enunciaba Vitrubio: firmitas, utilitas, venustas (firmeza, utilidad y belleza).
Monumentalidad y funcionalidad se unieron y alcanzaron su más lograda expresión en los grandes edificios para espectáculos, que debían albergar miles de personas, con los problemas logísticos que eso suponía (y sigue suponiendo en la actualidad) y, al mismo tiempo, eran el mejor ejemplo de la grandeza de Roma. Edificios colosales, prácticos y bellos para espectáculos que, a menudo, eran brutales. La síntesis de lo que fue el Imperio Romano se lee en la piedra de construcciones como el Coliseo.
Influencias
La arquitectura romana no surgió de la nada. Fueron muchas las influencias que recibió durante los siglos en que se desarrolló, como fueron muchos los territorio conquistados, algunos de los cuales (especialmente en oriente), habían creado estilos arquitectónicos complejos que inspiraron y dieron nuevas ideas a los arquitectos romanos.
Pero en la génesis de su arquitectura, como en la de su cultura, debemos destacar dos influencias clave:
-
La cultura etrusca, dominadora indiscutible del centro de la península italiana antes de la expansión romana.
-
La civilización griega, cuya cultura y arquitectura era conocida por los romanos a través de los contactos comerciales y por la presencia helena en la Magna Grecia, al sur de la península itálica, y en las islas de Sicilia y Cerdeña, donde diversas polis griegas habían establecido importantes colonias.
La influencia etrusca
Hemos dedicado varios capítulos de lahistoriayotroscuentos al mundo etrusco y a su arquitectura por lo que señalaremos ahora sólo algunos aspectos básicos.
Los etruscos fueron la cultura hegemónica en la península itálica entre los siglos VII y el VI a.C., la etapa en la comenzó a desarrollarse la ciudad de Roma. Dominaba las actuales regiones de Toscana, Lacio y Umbría, llegando hasta el valle del Po y la zona costera de Nápoles en su época de máximo apogeo.
La procedencia etrusca de los últimos tres reyes de Roma, hacen pensar en un dominio etrusco que finalizó con la expulsión de Tarquino el Soberbio en el 509 a.C. y la instauración de la República. Esta época fue clave para la transformación de Roma en una importante ciudad.
Entre las aportaciones etruscas a la arquitectura romana podemos destacar dos elementos constructivos esenciales: el arco de medio punto y la columna de orden toscano.
Los arquitectos etruscos utilizaron el arco, probablemente por influencia oriental, y con él la bóveda de cañón, que no es más que la continuidad del arco. Estas técnicas fueron recogidas por el mundo romano que las perfeccionó hasta hacer posible sus construcciones monumentales, como las grandes basílicas, los anfiteatros o los acueductos.
La columna toscana se añadió a los órdenes creados por los griegos (dórico, jónico y corintio) y fue muy utilizada por los arquitectos romanos y, posteriormente, por los renacentistas. Es un orden similar al dórico, pues ambos derivan de la columna cretense.
En el orden toscano:
-
El entablamento se compone de arquitrabe, friso, ambos lisos, y cornisa.
-
El capitel lo forman el equino, el ábaco y el collarino.
-
El fuste es liso y sin estrías, y se adelgaza en la parte superior.
-
La basa está formada por plinto y, sobre él, un grueso toro.
No podemos dejar de mencionar la influencia etrusca en la concepción del urbanismo romano. Podemos observarlo tanto en la práctica como en la teoría, que fue recogida y ampliamente desarrollada por Vitrubio. Como también lo fue el ritual que acompañaba a la fundación de cada nuevo asentamiento. Retomaremos este tema al hablar de las ciudades y el urbanismo romano.
El modelo de templo etrusco, construido sobre un pódium, resaltando una fachada principal a la que se accedía mediante una escalera y con la cella tripartita, fue ampliamente utilizado por los romanos.
La influencia etrusca también es evidente en la arquitectura doméstica, el modelo de domus romana, que también trataremos en este capítulo, evolucionó desde modelos etrusco y, como no, en la arquitectura funeraria los túmulos etruscos sirvieron de modelo a mausoleos como el de Augusto en el siglo I a.C. en Roma y, al de Adriano, del siglo II d.C. posteriormente convertida en el Castillo de Sant’Angelo.
Influencia griega
Junto con la etrusca, la otra gran influencia que recibió la arquitectura romana fue la griega.
La civilización griega estaba en pleno apogeo cuando Roma empezó a desarrollar su personalidad cultural y artística. Como ya hemos dicho, el contacto con la cultura griega se produjo de forma directa en el sur de Italia y Sicilia, zona conocida como la Magna Grecia, donde se habían establecido colonias griegas, y por el comercio con las polis griegas, ya importante el la época de dominación etrusca.
Esta influencia se dejó notar en el uso de los órdenes arquitectónicos griegos, a los que se añadió el toscano y en las formas y decoración de los templos, aunque sin perder de vista el modelo etrusco.
No debemos olvidar que Roma conquistó Grecia en el siglo II a.C., aunque ya había intervenido antes en la política helena. Tras la victoria romana frente a la Liga Aquea, en la batalla de Corintio, del 146 a.C., estableció un protectorado sobre los griegos que fue extendiendo en las siguientes décadas. Finalmente, en el año 27 a.C., el Emperador Augusto creo la provincia de Acaya que contenía la mayor parte del territorio peninsular griego.
Con la conquista romana la influencia cultural y artística griega no se detuvo, al contrario, aumentó. Los romanos importaron (o directamente robaron, anticipándose muchos siglos al British Museum) grandes cantidades de obras de arte griegas, principalmente esculturas, pero también elementos arquitectónicos que utilizaron y copiaron. Mientras, muchos artistas se convirtieron en esclavos de los romanos y otros los tuvieron como clientes.
Características arquitectónicas
Pese a la importancia de las influencias recibidas, la arquitectura romana no fue una mera copia de modelos etruscos o griegos. Las necesidades que los romanos tenían en sus edificaciones eran diferentes a las de los griegos, si éstos se habían especializado en la decoración y el equilibrio perfecto entre las partes, los romanos fueron maestros en la creación de espacios interiores y en levantar las grandes construcciones necesarias para el funcionamiento de un Imperio y para mostrar su poder político y su aspiración de eternidad. La escala humana tan grata a los griegos clásicos (que no a los de la época helenística) quedaba arrinconada esperando mejores tiempos.
Funcionalidad, monumentalidad y belleza fueron los ejes que movieron la arquitectura romana. Una arquitectura que destacó especialmente en la obra civil pública, siendo el Estado el principal promotor de las obras.
Para lograrlo fue necesario el desarrollo de la ingeniería, el carácter práctico de los romanos priorizó la técnica y la función frente a la estética, que había sido la prioridad para los griegos.
Los materiales utilizados fueron muy variados, junto con la piedra, ya sea con manpotestería (Opus incertum) o con sillares regulares (Opus quadratum), el ladrillo (Opus lateritium) o la madera muy utilizados en construcciones de otros pueblos; los romanos introdujeron o desarrollaron un material esencial para sus grandes construcciones: el hormigón romano.
El opus caementicium (u hormigón romano) utilizaba un mortero de tierras de origen volcánico o puzzolanas, llamadas así por la población Puzzoli, la antigua Puteoli romana a los pies del Vesubio, y cal (hidróxido cálcico), materiales que reaccionaban al mezclar con agua, como aglomerado utilizaron piedras de diversos tipos, en ocasiones de origen volcánico para aligerar peso. Vitrubio, en sus Libros de Arquitectura, establece las proporciones de cada uno de sus componentes según los usos que se le fuera a dar a la mezcla. El hormigón romano fue el material clave en construcciones como el Coliseo o Anfiteatro Flavio, la cúpula del Panteón o la grandiosa Basílica de Majencio.
Los romanos solían realizar la construcción en materiales más económicos, ligeros y rápidos de trabajar para luego cubrirlos con otros más nobles, como el mármol, con decoración pictórica al fresco o estucos, es lo que denominaron Opus tectorium.
Los romanos siguieron utilizando el sistema arquitrabado para cubrir los edificios, al igual que los griegos, lo que daba lugar a techos planos; pero añadieron el abovedado, en el que lograron una gran maestría.
Adoptaron el arco, que ya habían utilizado los etruscos. El más utilizado fue el de medio punto. Los arcos permiten un mejor reparto de las fuerzas hacia los pilares y muros, fáciles de reforzar, con lo que pudieron construir edificios de mayor envergadura.
La continuidad longitudinal del arco de medio punto genera la bóveda de cañón y su revolución sobre un eje la cúpula, siendo la más importante de las construidas la del Panteón de Roma. Los romanos también utilizaron las bóveda de arista y de horno, para cubrir espacios como ábsides de las basílicas y nichos; o la bóveda anular, de desarrollo curvo, ideal para pasillos bajos las gradas de teatros y anfiteatros.
Estas bóvedas y cúpulas se construían con hormigón o ladrillo, mediante un sistema de cimbras de madera que permitían darles forma y sujetarlos hasta que estuvieran concluidos.
No dudaron en emplear combinaciones de ambos sistemas, un buen ejemplo son los arcos de triunfo donde el arco se enmarca en una estructura arquitrabada, solución mucho más desarrollada en las arcadas del Coliseo. Mientras, el Panteón de Agripa nos muestra un ejemplo del eclecticismo en las soluciones arquitectónicas romanas, con un atrio adintelado y una espectacular cela circular cubierta con cúpula.
El peso de las bóvedas y el reparto de fuerzas a través de los arcos hizo que el elemento sustentante principal fue el muro, reforzado con pilares y contrafuertes. La columna, elemento clave en la arquitectura griega, pasó a jugar un papel secundario y decorativo en la construcción, abundando las columnas adosadas.
Los romanos mantuvieron los órdenes griegos clásicos: dórico, jónico y corintio, mostrando especial preferencia por este último, mucho más decorativo, añadiendo el orden toscano y el compuesto.
El orden toscano, derivado de la arquitectura etruscas, vino a sustituir al dórico. El capitel se componía de equino, el ábaco y el collarino, similar al dórico, pero el fuste de la columna era liso y se adelgazaba en la parte superior. Se alzaba sobre basa, formada por el plinto y el toro.
El orden compuesto mezcla en su capitel las volutas del orden jónico con las hojas de acanto del capitel corintio, por lo demás es muy similar al corintio. El Arco de Tito en Roma es el edificio más antiguo en el que conservamos este orden.
Los romanos utilizaron en algunos edificios la sucesión o superposición de órdenes, podemos observarlo en el Teatro Marcelo de Roma o en el Anfiteatro Flavio, donde la primera planta es de orden toscano, de apariencia más sólida y fuerte, la segunda jónico, más elegante y estilizado, y la tercera compuesto, el más decorativo.
Bibliografía
BIANCHI BANDINELLI, Ranuccio y TORELLI, Mario, El arte de la antigüedad clásica. Etruria-Roma, Akal, Madrid, 2000.
CAJIGAL VERA, Miguel Ángel, Otra historia de la arquitectura, Editorial B, Barcelona, 2023.
DE LA PLAZA ESCUDERO, Lorenzo, Diccionario visual de términos de arquitectura, Cátedra, Madrid.
ELVIRA BARBA, Miguel Ángel y BLANCO FREIJEIRO, Antonio, Etruria y Roma republicana, Historia 16, Madrid, 1990.
GARCÍA Y BELLIDO, Antonio, Arte romano, CSIC, Madrid, 1990
GOMBRICH, E.H., La historia del arte, Debate, Madrid, 2006.
VV.AA., Conceptos fundamentales de Arte, Alianza Editorial, Madrid, 2003.
VV.AA., Historia del Arte, Vicens Vives, Barcelona, 1995.
ZANKER, Paul, Augusto y el poder de las imágenes, Alianza, Madrid, 1992.