La Guerra Fría: origen y contendientes
Origen de la rivalidad entre EE.UU, y la URSS, configuración y características del Bloque Capitalista y del Bloque Comunista.
Características de la Guerra Fría
La Guerra Fría fue un periodo histórico que se desarrolló entre 1945 y 1991, desde el final de la II Guerra Mundial hasta la desaparición de la Unión Soviética. Esta época se caracterizó por el enfrentamiento entre dos grandes súper-potencias: Estados Unidos y la Unión Soviética; y por la formación, en torno a ellas, de dos bloques antagónicos: el bloque capitalista y el bloque comunista. Cada uno de ellos presentaba modelos políticos, económicos y sociales, incompatibles con los del otro. Fue Wiston Churchill quién popularizó la metáfora del Telón de Acero para referirse a la división de Europa y el Mundo. El elemento que con mayor fuerza simbólica representó esta ruptura fue la construcción, en 1961, del Muro de Berlín; un muro que no sólo partía en dos una ciudad, sino que lo hacía con todo un continente.
Durante las décadas de la Guerra Fría se produjo el mayor proceso de descolonización de la historia, muchos de los nuevos países independientes se adherían a uno de los bloques, pero también surgió un grupo de países que pretendían desligarse de la pugna entre Estados Unidos y la URSS: el movimiento de los países no alineados que llegó a tener gran importancia a partir de los años 60.
La característica principal de la Guerra Fría, la que explica su nombre fue que las dos súper-potencias evitaron un enfrenamiento directo y total entre ellas, incapaces de asegurar una victoria definitiva, este hecho se volvió más dramático cuando ambas alcanzaron una capacidad de destrucción nuclear total, que hacía inútil la victoria. Eso no significa que fuera un periodo de paz, más bien al contrario, la tensión internacional fue enorme en cualquier campo. Esta tensión estalló en una serie de enfrentamientos indirectos a través de los aliados de EE.UU. y de la URSS, donde ambos bloques probaban su fuerzas, sin enfrentarse directamente los dos grandes protagonistas.
Las dos potencias se mostraron partidarias de la descolonización, lo que lejos de ayudar al entendimiento provocó una terrible competencia a la hora de atraerse a los nuevos países hacia sus respectivos bloques. EE.UU. no dudo en desestabilizar gobiernos que no le eran afines, especialmente en América Latina; y la URSS apoyó las revoluciones comunistas en países de África y Asia.
Fue esta tensión continua la que justificó una desbocada carrera armamentística, una espiral diabólica en la que más tensión justificaba más armas, y éstas no hacían sino aumentar la tensión. Se llegó a una situación de bloqueo conocida como el equilibrio del terror donde el miedo a una destrucción total evitaba el enfrentamiento.
La situación amenazaba con explotar de manera definitiva en cualquier momento con consecuencias apocalíptica, como pudo ocurrir en 1962, con la Crisis de los Misiles en Cuba. Haciendo de la necesidad virtud, las dos potencias impulsaron un modelo de coexistencia pacífica entre los bloques que permitió cierta distensión y dio algunos frutos al abrir diálogos. Especialmente importantes fueron los que afectaron a la reducción y el control del armamento nuclear. La rivalidad continuó en todos los campos: ciencia, deporte, cultura, propaganda… El modelo de coexistencia pacífica se prolongó hasta finales de los años 70 del siglo XX, en los años 80 volvió la tensión entre las súper-potencias.
Características de los bloque
Detengámonos ahora a analizar las características de ambos bloques:
El bloque «occidental» o capitalista
El bloque “occidental” (si nos ceñimos a la división en Europa) o capitalista estaba liderado por los EE.UU., cuyo papel el tablero mundial se había reforzado tras la II Guerra Mundial. Dentro de este bloque estaba América del Norte, Europa occidental, Oceanía y Japón .
Desde el punto de vista económico su modelo se correspondía con la economía de mercado o mixta de mercado (con mayor o menor intervención del Estado según países). Por lo tanto defendía la libertad de industria y comercio, así como la propiedad privada, según los principios de Adam Smith.
El modelo político mayoritario fue la democracia parlamentaria, organizada en torno a partidos políticos y elecciones por sufragio universal, con reconocimiento de la separación de poderes y las libertades individuales. Siendo la Constitución de cada nación la garante de sus derechos. Sin embargo, la lógica geo-estratégica de la Guerra Fría se fue imponiendo sobre los principios democráticos, de modo que países con gobierno dictatoriales fueron aceptados como aliados en el bloque occidental, al declararse abiertamente anti-comunistas o representar un apoyo estratégico importante para EE.UU., como ocurrió con las dictaduras de Franco y Salazar en Europa, o Pinochet en Chile.
El bloque “oriental” o comunista
El bloque “oriental” o comunista, tenía como líder a la URSS y se expandía, originariamente, por Europa oriental, aunque pronto se extendió a China y otras zonas de Asia y, posteriormente, a Cuba.
Su modelo económico fue el comunismo o socialismo real, basado en los principios marxistas. Un sistema de economía planificada controlada por el Estado, que era el propietario de los medios de producción, por lo que el papel del mercado en las decisiones económicas era mínimo.
El modelo político, llamado democracia popular, era en realidad una dictadura de partido único, el Partido Comunista, que manejaba todos los aspectos de la vida política, económica y cultural. Además, el Partido Comunista de la Unión Soviética, el PCUS, ejercía un fuerte control ideológico y político sobre los partidos comunistas de cada Estado, una soberanía limitada recogida por la Doctrina Brézhnev.
Los bloques no eran absolutamente monolíticos, veremos como dentro de ellos se abrieron grietas y planteamientos discrepantes, ejemplo de ello fue el distanciamiento de la Yugoslavia de Tito, China o Albania del control soviético; o la salida de Francia, en 1966 de la estructura militar de la OTAN.
Origen de la Guerra Fría
Para entender el origen de la Guerra Fría debemos retroceder hasta el final de la II Guerra Mundial; una guerra que, más allá de los enfrentamientos nacionales, fue una lucha entre tres posicionamientos ideológicos:
- El fascismo
- El modelo liberal-democrático
- El comunismo
Durante el desarrollo de la guerra liberales y comunistas se aliaron, no sin dificultades, para hacer frente a su enemigo común: el fascismo, al que finalmente vencieron. Una vez la derrota alemana en la guerra fue inevitable, comenzaron las desconfianzas entre los aliados, ambos bandos intuían que el enfrentamiento futuro era inevitable y, en consecuencia, tanto la Unión Soviética como los EE.UU. pretendían afianzar sus zonas de control en el continente.
Ni siquiera hizo falta llegar al final de la guerra para que la ruptura fuera evidente. La Conferencia de Yalta en febrero 1945 supuso, al mismo tiempo, el momento de máxima colaboración contra los nazis y el comienzo de la ruptura definitiva. En Yalta se repartieron las zonas de intervención en la guerra y ambas partes se mostraron interesadas en mantener su influencia en las mismas tras la paz. La Conferencia de Potsdam en julio del mismo año confirmó la ruptura entre los antiguos aliados.
La URSS, cuyo ejército había expulsado a los nazis de Europa del este, se apoyó en esta misma fuerza para implantar las llamadas democracias populares, rompiendo los gobiernos de coalición en favor de los Partidos Comunistas tutelados desde Moscú, con lo que lograba su objetivo de expandir el comunismo. Así ocurrió en Polonia, Hungría, Albania, Rumanía y Bulgaria; también hubo gobiernos comunistas en Alemania Oriental y en Yugoslavia, aunque por otros procesos distintos que estudiaremos. El golpe de Praga en 1948, para asegurar el gobierno comunista en Checoslovaquía, mostraba la intención de la URSS de no perder las zonas de influencia que le aseguraba el tratado de Yalta.
Por su parte Estados Unidos, en los años posteriores a la guerra, se aseguró su influencia en Europa occidental. Apoyándose en el Plan Marshall, del que luego hablaremos, exigió la salida de los partidos comunistas de los gobiernos de concentración, pese a que en países como Italia o Francia tenían un fuerte respaldo popular y habían sido clave en la resistencia al fascismo. Había una intención clara de frenar la expansión del comunismo hacia el oeste, como quedó claro en la Guerra Civil Griega entre 1946 y 1949, donde las fuerzas británicas, con el apoyo de EE.UU., actuaron contra las guerrillas comunistas para evitar que tomaran el poder, en el que podría considerarse como el primer conflicto de la Guerra Fría.
Las “reglas de Yalta” iban a marcar, sin discusión posible, las zonas de influencia de ambas potencias en Europa durante casi medio siglo.
El año 1947 fue clave para la ruptura entre los antiguos aliados. Desde EE.UU., la Doctrina Truman, cuyo objetivo principal: frenar el comunismo, fue la brújula de la política exterior de los diferentes gobiernos norteametricanos, preveía apoyo económico, político o militar a quién lucharan contra el socialismo, fuera quién fuera. Así se vio en la Guerra Civil Griega o en Turquía.
Reflejo de la Doctrina Truman fue la creación de bases militares norteamericanas en diferentes países, lo que les permitía el control estratégico y la intervención rápida en cualquier conflicto. Una de las consecuencias de esta política exterior fue que dirigentes y movimientos no necesariamente democráticos se beneficiaron de este apoyo y reconocimiento. Sin ir más lejos, la España de Franco, recibió apoyo norteamericano, pese a la dictadura, y se instalaron bases del ejercito estadounidense en nuestro territorio, siendo especialmente importante por su valor estratégico, la Base Naval de Rota, en Cádiz.
Junto a la estrategia política, debemos comentar la económica, plasmada en el Plan Marshall para la reconstrucción de Europa, con créditos y ayudas económicas por valor de 13.000 millones de dólares. Esta ayuda cumplía un doble objetivo:
- Favorecer la reconstrucción de sus aliados, evitando que una situación de ahogo económico provocara un aumento del apoyo a las posiciones comunistas
- Expulsar a los comunistas de los gobiernos de coalición, condición necesaria para entrar en el plan de reconstrucción
La respuesta de la URSS fue el rechazo de este plan, en el que veía la intención de EE.UU. de asegurar el control del continente mediante la dependencia económica, y prohibió a los gobiernos de los países bajo su esfera aceptarlo. Los gobiernos de coalición se rompieron y el poder pasó a los respectivos Partidos Comunistas, controlados y coordinados por el PCUS a través del Kominform, (Oficina de Información de los Partidos Comunistas y Obreros), sucesora de la antigua Komintern (o Internacional Comunista) que había sido disuelta por Stalin. Su objetivo era expandir era la revolución comunista y hacer frente a la Doctrina Truman.
La Crisis de Berlín entre los años 1948 y 49, fue una vuelta de tuerca más en la tensión creciente entre EE.UU y la URSS. Los aliados occidentales unificaron sus zonas de ocupación en Alemania, a lo que los soviéticos respondieron con el bloqueo de la parte occidental de la ciudad de Berlín. Para aprovisionar la ciudad los aliados crearon una puente aéreo que atravesaba el territorio controlado por los soviéticos. La tensión fue máxima pero no llegó a estallar la guerra, sin embargo fue el punto de partida para que EE.UU organizara un sistema de alianzas internacionales con el objetivo de aislar a la URSS.
La piedra angular fue el Pacto Atlántico, de 1949, un acuerdo de apoyo militar con sus aliados europeos y Canadá, embrión de la OTAN (Organización Tratado del Atlántico Norte). Mientras firmaba alianzas similares en el Pacífico:
- ANZUS con Australia y Nueva Zelanda.
- OTASE con Tailandia y Filipinas.
- El Pacto de Bagdad incluyó a sus aliados en Oriente: Turquía, Iraq y Paquistán.
Otros acuerdos bilaterales le unieron con Japón, que pasó de enemigo a aliado clave en el lejano oriente, lo mismo ocurrió con Taiwan y Corea del Sur, países de especial importancia para frenar el avance comunista en Asia.
Por su parte la Unión Soviética creó en 1949 el COMECON, Consejo de Ayuda Mutua Económica un acuerdo de colaboración económica entre los estados comunistas, que se presentaba como una alternativa al Plan Marshall. En el campo bélico, los estados comunistas se agruparon en el Tratado de Amistad, Colaboración y Asistencia Mutua, el conocido como Pacto de Varsovia de 1955, alianza militar antagónica a la OTAN.
El mundo quedaba dividido en dos grandes bloques, con alianzas militares y económicas antagónicas. Si el muro de Berlín fue el símbolo de la Guerra Fría, la OTAN y el Pacto de Varsovia representaban su esencia.
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