Las señoritas de Avignon
Comentario y análisis de Las señoritas de Avignon, obra pintada por Pablo Picasso en estilo pre-cubista
Identificación y clasificación
Las señoritas de Avignon es un óleo sobre lienzo de 233 centímetros de ancho por 243 de alto obra del pintor malagueño Pablo Ruíz Picasso (1881-1973). Data de 1907 y se estilo es pre-cubista. Podemos contemplarlo en el MoMA de Nueva York.
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Análisis
Temática
El tema del cuadro es un retrato de grupo, concretamente de cinco mujeres desnudas. El título de la obra, que siendo más exactos podría ser Las señoritas del Carrer d’Avinyó, nos remite a una calle de la ciudad de Barcelona y no a la población del sur de Francia. Esta calle era famosa por los burdeles que allí se concentraban y que Picasso conocía de su estancia en Barcelona. El cuadro representaría a las mujeres de uno de estos prostíbulos. Al parecer su título original era El burdel filosófico, a propuesta del poeta Apollinare, una de las primeras personas que pudo contemplarlo, su nombre posterior, de 1920, y se debe a André Salmon.
La primera idea de Picasso para esta obra era distinta al resultado final. Aparecían dos figuras masculinas: un estudiante y un marinero delante de una mesa donde había un bodegón, un porrón y un florero; también cambiada la posición de las mujeres. Esta versión reforzaba la idea de burdel y generaba contenido narrativo a la obra. La desaparición de las figuras masculinas eliminaba cualquier elemento moralista o narrativo para centrarse en la parte visual de la obra.
Composición
Esta obra es una de las pinturas más influyentes de la Historia del Arte, en ella Picasso rompió con la tradición de la pintura occidental y abrió nuevos caminos para el arte. Si la pintura occidental había buscado la mémesis, la copia de la naturaleza y el dominio de la tridimensionalidad y el espacio, Picasso renunció conscientemente a ambas cosas.
No existe en esta obra un punto de fuga, ni nada similar. El cuadro está dividida verticalmente en tres partes integradas por la cortina del fondo. En el centro, dos figuras parecen estar de píe, mirándonos de frente, pero una observación detenida (especialmente de la posición de sus brazos), nos indica que realmente están tumbadas, una continuación de la doble perspectiva que ya vivos en Cézanne. A sus píes vemos un bodegón que podría representar los placeres carnales o la vanitas de la vida, según interpretan diversos autores.
A la izquierda vemos una figura de perfil, recordando los relieves egipcios y, al otro lado, dos figuras de rostros distorsionados que completan la obra.
Representación de las figuras
La primera de las rupturas, de este cuadro, fue la de la representación de las figuras. Picasso abandona cualquier atisbo de realismo en los rostros o en la distorsionada anatomía de los cuerpos. Partiendo de la obra de Cézanne, Picasso va un paso más allá, los cuerpos se reducen a triángulos y rombos, son figuras bidimensionales, sin profundidad ni volumen, tan anguladas que parecen talladas a cuchillo. Los detalles se vuelven inexistentes en favor de la visión de conjunto de la obra.
La falta de interés por la representación fidedigna es aún más visible en los rostros. Picasso buscó inspiración en tradiciones artísticas alejadas del mundo clásico como el arte íbero o el egipcio, o en las máscaras africanas, en la tradición primitivista de la época.
Los rostros de las mujeres de la derecha son grotescos, inspirados en las máscaras africanas, mientras la figura de la izquierda recuerda un relieve egipcio con un rostro íbero. Las otras figuras parecen dos caricaturas simplificadas en sus trazos y, especialmente los ojos, nos remiten a los frescos del románico.
Al igual que ocurría con la postura de las figuras centrales, podemos comprobar fijándonos en los rostros, que las formas no están representadas desde un punto de vista único, sino desde varios, provocando que la altura de los ojos no coincidan. Pero más evidente es esa distorsión en el cuerpo de la mujer sentada a la izquierda, de espaldas y de frente al mismo tiempo. Se está abriendo el camino al cubismo.
Tratamiento del espacio
La otra gran transformación que aportó esta obra fue la del espacio. Una trasformación radical, que hace desaparecer las líneas de fuga, la perspectiva, la profundidad; renuncia a todos estos elementos de la pintura tradicional.
El espacio se comprime y se mezcla con las figuras en un primer plano que se vuelve único, generando una sensación claustrofóbica. Las figuras y espacio se trabajan de igual manera, siendo las cortinas el elemento que los cohesiona. Las formas anguladas y la mezcla del espacio y las figuras nos genera la sensación de estar ante la superficie de un espejo roto.
Color
La paleta utilizada por Picasso en esta pintura está dominada por azules, marrones y rosas. La obra de Picasso, en contraposición con la de Matisse irá abandonado la fuerza cromática, hasta llegar al cubismo analítico, en otras épocas recuperará colores más vivos.
Al tratarse de un marco que no respeta las realidad, la luz y, por lo tanto, las sombras no pueden ser realistas, de hecho desaparecen al igual que los degradados de color. Picasso utiliza los cambios de tono de los colores para mostrar los cambios de plano, reforzando las formas geométricas.
Influencias e importancia de la obra
Picasso afirmaba que está fue su primera obra de exorcismo, en el sentido de abandonar su bagaje pictórico anterior, su técnica, para abordar la pintura de una manera simplificada, buscando la esencia de las formas. La influencia del primitivismo: las máscaras africanas, el arte íbero o el egipcio fue esencial para este camino, sus formas contundentes y simplificadas le marcaban el camino a seguir.
Pese a ese deseo de abandonar el bagaje anterior son notables las influencias en esta obra. Las figuras centrales nos recuerdan las representaciones clásicas de Venus (Tiziano, Rubens…) o, de manera más cercana la Olimpia de Manet, también podemos rastrear referencias de El baño turco de Ingres. Sin embargo las influencias más notables sin las Bañistas de Cézanne y la Visión del Apocalipsis de El Greco, en ambmos casos la influencia no es sólo visual sino también técnica, las formas geométricas de Cézanne, su perspectiva múltiple y las formas angulosas y alargadas de El Greco.
La importancia de esta obra en el arte contemporáneo fue capital. Su vanguardismo era tal que ni los amigos y admiradores de Picasso supieron apreciarla. El pintor no mostró en público la obra hasta 1916.
Las señoritas de Avignon abrieron el camino al arte cubista, por la descomposición del espacio y la forma. El cubismo, en su constante evolución, influyó en movimientos posteriores como el futurismo, el constructivismo y el neoplasticismo, y desde estos movimientos, a la abstracción (tanto en su versión geométrica como la expresionista). Es por tanto una obra básica para entender los movimientos artísticos de vanguardia.
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