Historia Contemporánea,  Materiales de estudio

El periodo de entreguerras: democracias y totalitarismos

Tras la Gran Guerra la democracia liberal parecía que se iba a convertirse en el modelo político para toda Europa, pero una serie de condicionantes desestabilizarán la situación.
Los rencores entre los Estados y las discrepancias en el modo de pagar las deudas de guerra marcaron las relaciones diplomáticas, el triunfo de la Revolución Rusa fue vista como un modelo esperanzador por los grupos de izquierda y como una terrible amenaza por los grupos conservadores; y las crisis económicas de 1923 y 1929 debilitan la fe en el sistema democrático, lo que beneficio a los grupos extremistas.

Las respuestas ante la gran depresión nunca fueron coordinadas. Se recurrió a las viejas recetas del proteccionismo, lo que agravó el problema al dinamitar el comercio mundial.

En EEUU se implantó el New Deal, fomentando la inversión pública y el control sobre los capitales, en Escandinavia los partidos socialdemócratas apostaron por políticas de protección al ciudadano que fueron el embrión del Estado del bienestar. La Alemania nazi y la Italia fascistas apostaron por la autarquía y el rearme.

El fascismo, una nueva ideología política basada en el irracionalismo, el anti-liberalismo, la oposición la comunismo, el nacionalismo exacerbado y racista, y el militarismo triunfó en Italia y se expandió por Europa.

Mussolini alcanzó el poder gracias a un discurso dirigido a aquellos descontentos con los tratados de Paz de París, a los industriales que temían al comunismo y a los parados que no veían esperanzas en el sistema liberal.

La Marcha sobre Roma le aupó la poder. Los primeros años trató de mantener una apariencia de legalidad, pero tras el asesinato de Matteotti la dictadura fascista se aplicó con toda su crudeza.

La República de Weimar en Alemania, democrática y constitucional, se tuvo que enfrentar desde el principio a la oposición de la Liga Espartaquista (comunistas) y de la derecha reaccionaria (golpes de Estado). La crisis económica y la hiperinflación de 1923 llevó el país al borde del abismo, pero el Plan Dawes permitió cierta estabilidad y prosperidad económica hasta 1929.

Hitler tras el fracaso de su golpe de Estado en 1923 pasó seis meses en la cárcel donde recopiló su programa político. Al salir reorganizó su partido (NSDAP) pero la buena marcha económica estancó su crecimiento.

Tras la Gran Depresión el auge del nazismo fue notable y en 1933 Hitler fue nombrado Canciller. El incendio del Reichstag y las elecciones de marzo de 1933 afianzan su poder.

Hitler desmontó el sistema democrático imponiendo un régimen totalitario y represivo, apoyado por un aparato de control y propaganda que alcanzaba todos los aspectos sociales. Implantó un régimen de terror y racismo, cuya máxima expresión fueron los campos de concentración.

Apostó por una economía autárquica y el rearme para posibilitar una política expansiva que desembocó en la II Guerra Mundial.

 

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