Historia 4ºESO,  Historia Contemporánea,  Materiales de estudio

La Revolución Francesa de 1788-1793

De los Estados Generales a la Convención Montañesa

La Revolución Francesa, (cuya fecha emblemática fue 1789, toma de la Bastilla), fue un proceso histórico que buscaba terminar con el Antiguo Régimen, un modelo político, económico y social que hemos explicado en otras entradas; aunque veremos que los distintos protagonista (burgueses, clases populares urbanas, campesinos…) del proceso no compartían una misma idea de la sociedad que querían crear.

En este artículo nos centraremos en las causas de la Revolución Francesa y su desarrollo hasta la subida al poder de Robespierre y los jacobinos.

Causas de la Revolución Francesa

Comenzamos por preguntarnos: ¿qué fue lo que provocó el estallido de la Revolución?, ¿Cuáles fueron las causas? No es una pregunta fácil de responder pues, como ocurre en cualquier proceso histórico importante, las causas fueron complejas. Para estudiarlas las dividiremos en dos grupos:

Las causas estructurales: son los problemas en la base de un sistema, las debilidades de sus cimientos, sus contradicciones. Las causas estructurales de la Revolución Francesa fueron:

  • Las injusticias inherentes al Antiguo Régimen:
    • Un campesinado sometido a la explotación de los grupos privilegiados por los derechos feudales, lo que les condenaba a la miseria.
    • Una burguesía que se había enriquecido con actividades como el comercio o la banca pero que no tenían derecho de participación política, aunque sí obligaciones fiscales, todo lo contrario que los privilegiados.
    • El desarrollo del pensamiento ilustrado, que ofrecía una alternativa al sistema vigente, planteando la separación de poderes y la igualdad. No fueron ideas que se quedaron en el campo teórico, la Revolución Inglesa y al Independencia de los EE.UU. plasmaron esos nuevos modelos políticos alejados del absolutismo y, en el caso de los EE.UU., de la estructura feudal.

Las causas coyunturales: son los elementos puntuales que encienden un proceso, sus causas coyunturales, la chispa que prende la mecha. En el caso de la Revolución Francesa se trató de una crisis económica. Una crisis con tres vertientes:

  • Una crisis de subsistencia típica del periodo pre-industrial, provocada por las malas cosechas que se sucedieron desde la década de 1780. El descenso de la producción provocó una aumento en los precios, que perjudicó especialmente a los sectores urbanos más desfavorecidos.
  • La llegada masiva de productos manufacturados desde Inglaterra, con precios más baratos, provocaba la ruina de muchos artesanos franceses.
  • La bancarrota de la Corona.

Nos detendremos en el último punto, la bancarrota de la hacienda del Luís XVI, pues fue clave para el comienzo de los hechos revolucionarios. Los reyes anteriores: Luis XIV y Luis XV, habían acumulado un enorme déficit. Las causas fueron varias pero destacan:

  • El despilfarro de la corte de Versalles en gastos suntuosos.
  • La guerra, Francia se implicó de lleno en la Guerra de la Independencia de los EE.UU., para debilitar a Inglaterra, su gran enemigo.
  • El sistema fiscal propio del Antiguo Régimen, que cargaba a los grupos no privilegiados, dejando exentas de pago las riquezas de la Iglesia y la Nobleza, no era capaz de mayor recaudación.

La Revuelta de los Privilegiados

Luis XVI contó con buenos ministros de hacienda como Jacques Turgot y Jacques Naker, ambos fisiócratas, partidarios de reducir los gastos de la Corona, fomentar el libre comercio, hacer más justo el sistema de impuestos y reorganizar el país. La situación era muy compleja, difícilmente se podían arreglar las cuentas públicas sin cambiar el sistema o, al menos, reformarlo. Como le hizo saber Charles Alexandre de Colonne al Rey cuando reemplazó a en 1781.

Vista la situación al Rey no le quedó más remedio que buscar nuevos ingresos. Fue precisamente esa búsqueda de ingresos lo que puso en marcha el proceso revolucionario. Paradójicamente la primera fase de la Revolución Francesa no la protagonizaron las clases populares, los campesino o los burgueses, no comenzó con la sangre de la aristocracia tiñendo de rojo las sucias calles de un París miserable. Al contrario, comienza con una Asamblea de Notables, con la llamada Revuelta de los Privilegiados.

Calonne propuso una solución para paliar la situación traumática del erario público. Ésta consistía en el gravar con un impuesto: el “veintavo”, también a las tierras de los grupos privilegiados. De este modo evitaba la convocatoria de los Estados Generales, necesarios para el cobro de nuevos impuestos nuevos al Tercer Estado. Los nobles y la Iglesia, a los que reunió en una Asamblea de Notables el 22 de febrero de 1787, se negaron a pagar.

Los Estados Generales

El Rey volvía a encontrarse entre la bancarrota y la pared, de modo que convocó los Estados Generales, donde debería encarar importantes reformas que exigía el tercer Estado. Había empezado la segunda fase de la Revolución Francesa: los Estados Generales.

Los Estados Generales eran unas Cortes, una reunión de los representantes del Reino, pero esta representación era estamental, congregaba a los representantes de la nobleza, el clero y el tercer estado. Suponía uno de los pocos límites al poder de los monarcas absolutos. No se habían convocado desde 1614. Los anteriores reyes de Francia, los habían evitados para impedir cualquier injerencia en su poder, sin embargo, la creación de nuevos impuestos exigía su convocatoria.

Los Estados Generales fueron convocados el 8 de agosto de 1788 y debía celebrarse en mayo de 1789. Durante este tiempo debía aclararse el funcionamiento de esta institución tras dos siglos de olvido y elaborar los cahier (callé) o Cuadernos de Quejas, es decir las denuncias y peticiones que los representantes de cada grupo quería elevar al monarca.

En ocasiones anteriores estas peticiones se habían centrado en temas prácticos: seguridad de los caminos, ventajas para el comercio, aranceles a productos exteriores, controlar los excesos de la nobleza… Pero esta vez las cosas iban a ser diferentes, los representantes de la burguesía exigían reformas de índole política, recogiendo los principios de la Ilustración: libertad política y de expresión, habeas corpus, igualdad ante la ley y el acceso cargos públicos, o la libertad de comercio.

Los campesinos buscaban mejorar sus condiciones de vida con la supresión de los derechos feudales, mejor reparto de las cargas fiscales y reglamentos de precios y comercio. En todo caso eran medidas que socavaban las bases del Antiguo Régimen.

Como ya hemos señalado, un elemento importante que quedaba en el aíre era el reglamento de los Estados Generales, tras siglo y medio sin convocarse había puntos que no estaban nada claros. Tres temas tenían especial relevancia:

  • El número de representantes de cada estamento o brazo.
  • La forma de deliberar, en común o por estamentos.
  • El voto individual o por brazo (estamento).

El Rey accedió a que el número de representantes del Tercer Estado fuera igual en número a la suma de los otros dos, 600 de un total de 1200. Con ser un triunfo aún distaba mucho de la proporcionalidad real, pues el tercer estado representaban el 90% de la población del Reino. Los otros dos puntos quedaban sin resolver.

El 5 de mayo de 1789 se reunían, por fin, los Estados Generales, en un ambiente de gran agitación. Los miembros del Tercer Estado exigieron la deliberación conjunta de los tres brazos, como representantes de de la Nación, con lo que podrían imponer su ventaja numérica, algo que el Rey no estaba dispuesto a aceptar.

La Asamblea Nacional

El 17 de junio el Tercer Estado abandonó la reunión y se constituyó el Asamblea Nacional y el día 20 de junio, junto con alguno miembros ilustrados de la nobleza y clero, realizan el Juramento del Juego de la Pelota en el Frontón de Versalles, por el que se conjuraban en dotar a Francia de una Constitución. La Asamblea Nacional es la tercera fase del proceso revolucionario. Los reunidos en el Juego de la Pelota se proclamaron representantes de la Nación, no sólo de su estamento. El monarca tuvo que aceptar esta situación como un hecho consumado, y el día 27 de junio autorizó la deliberación conjunta de los tres estamentos.

De Auguste Couder – Joconde database: entry 000PE006494, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=15995814

Como el objetivo de la Asamblea era dotar al país de una Constitución y crear un nuevo régimen político, sus instituciones y leyes, se le conocerá como Asamblea Nacional Constituyente a partir del 9 de julio de 1789.

París vivía una enorme agitación. La mayor parte de los habitantes de la ciudad desconocían el calado de lo que estaba ocurriendo o los principios liberales que defendía la Asamblea; pero percibían que era un momento histórico clave, un punto de inflexión, y su situación era tan desesperada que sólo podían verlo con esperanza. La toma, por parte del pueblo de París, de la cárcel real de la Bastilla, plasmación del poder absoluto y arbitrario del monarca, el 14 de julio de 1789, se convirtió en el símbolo de la propia Revolución Francesa.

Los acontecimientos en la capital tuvieron eco en el resto del país. Entre los campesinos estalló una revuelta que desembocó en la toma de tierras, destrucción de documentos de propiedad, asalto castillos y quema de palacios, a veces con los nobles dentro. Una rebelión contra el régimen feudal. Esta etapa se conoce como el Gran Miedo. Parte de la nobleza, la más afines al Antiguo Régimen, optó por el exilio.

La Asamblea Nacional Constituyente puso en marcha una gran labor legislativa y reformista, encaminada a poner fin al Antiguo Régimen, que debía desembocar en la aprobación de una Constitución. Entre las primeras medidas destacó la abolición del sistema feudal: desaparecían los estamentos, se invalidaban los juramentos de vasallaje y los señoríos jurisdiccionales. Los privilegios de cuna debían desaparecer.

La Asamblea Constituyente aprobó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, un prefacio filosófico de la Constitución donde se recogían:

  • Los “derechos naturales e imprescindibles”: libertad, propiedad, seguridad y resistencia a la opresión.
  • La base política del Estado.
  • La soberanía nacional.
  • El principio de igualdad ante la ley: “los hombres nacen y permanecen libres y en igualdad de derechos” (aunque, al mismo tiempo establece una diferencia entre ciudadanos con derecho de participación política y el resto).:

Constitución de 1791

Tras largas discusiones, la Asamblea Nacional Constituyente aprobó la Constitución de 1791. Convirtiendo a Francia en una monarquía constitucional:

  • Proclamaba la soberanía nacional, recordemos que el concepto de soberanía responde a la pregunta: ¿dónde reside el poder?, frente a la soberanía del Rey, la nueva Constitución la hace recaer inalienablemente en el conjunto de los ciudadanos, representados en la Asamblea Nacional.
  • Establecía la separación de poderes:
    • El poder legislativo recaía en la propia Asamblea, una única cámara que reunía a los representante del pueblo francés, elegida por sufragio censitario. Lo que significa que sólo podía votar aquellos hombres que contribuían al censo, la llamada población activa, en la práctica suponía la exigencia de un mínimo de riqueza para poder votar (de los 25 millones de franceses), sólo 4.300.000 podían hacerlo.
    • La figura del Rey no quedó eliminada ni relegada a un papel simbólico, recaía sobre ella el poder ejecutivo. Podía elegir a sus ministros y cesarles, tenía poder de veto “suspensivo” de la leyes por una legislatura, es decir, podía paralizar una ley pero esta quedaría aprobada si la siguiente Asamblea volvía a votarla. No podía disolver la Asamblea. Estamos hablando de una Monarquía Constitucional, que lejos de proclamar una República otorgaba al monarca importantes poderes.
    • El poder judicial dejaba de pertenecer al Rey y se crean tribunales independientes para ejercerlo.

La Constitución de 1791 recogía, entre otras cosas, la división territorial en 83 departamentos de tamaño similar, rompiendo con la estructura feudal del país; y establecía la libertad de comercio con el fin de los gremios y las aduanas interiores.

Otra medida destacada fue la Constitución Civil del Clero, que obligaba a los sacerdotes a jurar la Constitución, los que se negaron fueron conocidos como refractarios; esta medida, junto con la desamortización de bienes de la Iglesia provocó una profunda ruptura con la Santa Sede, y fue fuente de conflictos para la Revolución.

Burguesía y sans culottes

La Revolución quedó bajo el control de la alta burguesía, las clases populares que había sido clave para su triunfo permanecían fuera de las instituciones que la iban a regir. El derecho a veto del monarca debía frenar medidas que fueran más allá de las intenciones del grupo dominante. Los burgueses habían logrado su objetivo: la participación política, la igualdad ante la ley y la libertad de comercio, y entendían que hasta ahí debía llegar la Revolución; para la clases populares, esto no era así, después de tomar la Bastilla no podían votar, y no se planteó ninguna medida para mitigar las desigualdades económicas. La relación entre las clases populares, especialmente las de París, los sans culottes, y la burguesía, fue cambiando, desde momentos de colaboración contra el absolutismo, hasta el enfrentamiento por los diferentes intereses y visiones de la revolución.

La Asamblea Legislativa

Luis XVI, que en junio protagonizó un rocambolesco intento de fuga: la fuga de Varennes, que no hizo sino aumentar el sentimiento republicano, acabó por jurar la Constitución el 14 de septiembre de 1791, asumiendo su papel en la nueva organización del Estado.

Se abría un nuevo proceso, el de la Asamblea Legislativa, dominada por los fuldenses, monárquicos que consideraban que la Revolución había llegado a su objetivo. Frente a ellos los jacobinos, liderados por Robespierre representaban posturas democráticas y republicanas, grupo del que se separaron los girondinos, algo más moderados.

La situación era complicada por la inestabilidad política y la escasez de alimentos. Desde el exterior, la presión de Austria y otras potencias absolutistas crecía. La Asamblea, donde se impuso el criterio de los girondinos, declaró la guerra a Austria el 20 de abril de 1792. Pese al ardor patriótico las derrotas se sucedían.

El 10 de agosto de 1792, una multitud dirigida por los sans culottes asaltó las Tullerías ante las sospechas de connivencia de los reyes con los austríacos, apresando a Luis XVI. Durante el mes de septiembre, el pueblo de París se lanzó aun matanza indiscriminada en las cárceles, asesinando a 1500 personas ante la pasividad de las autoridades. El rey fue encerrado en la prisión del Temple.

La Asamblea discutió qué hacer con el monarca, siendo los jacobinos partidarios de su destitución y los girondinos de su suspensión, se optó por lo segundo. La necesidad de una nueva Constitución, ya sin poderes para el rey, y la situación caótica del país llevó a la convocatoria de una Convención Nacional, elegida por sufragio universal. Comenzaba la cuarta fase de la Revolución Francesa.

La Convención Nacional

El 22 de septiembre de 1792, dos días después del comienzo de la Convención, se proclamó la República. Dos grupos se disputaron el poder en la Convención: los girondinos, liderados por Brissot  y Vergniaud, y los jacobinos (o montañeses), de Robespierre, Marat, Danton y Saint-Just.

Los girondinos, llamados así por la procedencia de sus líderes, representaban a la burguesía de negocios y profesiones liberales. Eran más moderados en sus postulados y partidarios de una organización federalista del Estado.

Los jacobinos, por su parte, representaban a la pequeña burguesía y a parte de las clases populares de París, más radicales en su posicionamientos revolucionarios y partidarios del centralismo.

Fueron los primeros, los girondinos los que controlaron la Convención, mientras los jacobinos se hicieron con el control de la Comuna de París (un consejo municipal), desde el que ejercieron una fuerte presión política.

El rey Luis XVI fue juzgado por la propia Convención, finalmente fue guillotinado por traición el 21 de enero de 1793; el 16 de octubre corrió la misma suerte la Reina María Antonieta, que no gozaba precisamente del favor del pueblo.

La ejecución del monarca provocó la reacción de las monarquías europeas, que veían el riesgo de expansión revolucionara a sus países. Gran Bretaña lideró una coalición contra la Convención. Las derrotas militares obligaron a una importante leva que fue el detonante de una revuelta contra-revolucionara en la Vendée, en marzo de 1793. La Convención puso en marcha los varios comités para la represión de los contra-revolucionarios y tribunales de excepción.

Dentro de la Convención, muerto el Rey, la discusión entre los deseos de jacobinos y sans coulottes de hace avanzar la Revolución, especialmente en la igualdad económica; y la contención de los girondinos, se hizo cada vez más fuerte. Finalmente, el 2 de junio de 1793, lo jacobinos de Robespierre se hicieron con el control de la Convención, nacía la Convención Jacobina o Montañesa.

La Convención aprobó una nueva Constitución el 24 de junio, pero no llegó a entrar en vigor pues se vivió en un constante estado de excepción por la guerra. Esta Constitución, republicana, proclamó la soberanía popular y el sufragio universal masculino. Ampliaba los derechos que ya reconocía la de 1791, y entendía el trabajo como un derecho, la existencia de socorros públicos y el bien común como objetivo de la sociedad.

Pero la obra legislativa fue más allá, con medidas sociales como:

  • La ley del maximun general que fijaba los precios de los artículos de primera necesidad.
  • La expansión de la educación pública.
  • La adopción de sistema métrico decimal.
  • La descristianización de la sociedad (por ejemplo con el nuevo calendario revolucionario).

El gobierno de Robespierre destacó por la persecución y eliminación de cualquier elemento sospechoso de anti-revolucionario; los girondinos fueron proscritos, pero también elementos mas radicales como los herbertistas fueron purgados. Desde el Comité de Salvación Pública, los jacobinos monopolizaron el poder y prolongaron el Terror.

Uno de los grandes éxitos de los jacobinos se produjo en el campo militar. Organizaron un ejército totalmente implicado con el triunfo de la revolución y lograron alejar el peligro de invasión extranjera.

Los días 26 y 27 de julio, 9 Termidor (según el calendario revolucionario), la suerte de los jacobinos cambió. Habían perdido el apoyo de los sans culottes por las medidas de libre-cambio, lo que aprovecharon sus enemigos para atacarles. Robespierre fue apresado junto a otros líderes montañeses y ejecutado sin juicio. El Club Jacobino fue prohibido. El golpe de Estado de Termidor ponía punto final a la fase más radical de la revolución, desde ese momento los grupos conservadores de la burguesía tomaron el poder.

De Desconocido – Este archivo procede de la biblioteca digital Gallica, y está disponible en línea con el identificador ARK btv1b6950750j, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=529857

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