Pintura del Cinquecento
El renacimiento, en pintura, continuó teniendo en Florencia su capital y la cuna de los mejores artistas, durante el siglo XVI sus máximas figuras se trasladaron a Roma, donde los papas pusieron en marcha ambiciosos proyectos para los que contrataron a artistas como: Leonardo, Rafael y Miguel Ángel.
Durante el periodo se consolidaron los logros y tendencias del siglo XV, pero también se introdujeron algunas novedades:
-
Predominio de la pintura al oleo sobre tela (aunque también se pintaron frescos monumentales como los de la Capilla Sixtina).
-
Utilización del claro-oscuro: lo contorno dejan de definirse con líneas para hacerlo con un juego de luces y sombras, dando como resultado un modelado mas blando.
-
El sfumato y la perspectiva aérea sustituyen a las perspectiva lineal y matemática.
-
Las composiciones son grandiosas, simplificadas y la claridad, frente a la complejidad de las pinturas del siglo XV.
-
Desaparece lo anecdótico.
-
Los marcos arquitectónicos se reducen al mínimo.
-
Los pintores se concentraron en la búsqueda de la belleza ideal1 y la perfección, prestando gran atención al cuerpo humano, especialmente desnudo (tanto masculino como femenino).
Pintores del Cinquecento: Leonardo, Rafael y Miguel Ángel
Leonardo da Vinci (1452-1519) constituyó, con su pasión por las más diversas formas del saber, el gran arquetipo renacentista, mostrándose tan apto para la ciencia como para la creación estética. Ya en la Virgen de las Rocas (1483-85) se había demostrado su gran maestría en el dominio de la composición triangular y de los efectos lumínicos. Somete al dibujo a un efecto de difuminado (el sfumato), por medio de contrastes suaves de luces y sombras, que crean volumen y provocan aire enigmático a las figuras.
-
En La Última Cena (1495-97), en el Convento de Santa María de las Gracias, de Milán, podemos ver, a pesar de su deterioro (provocado por el escaso cuidado que se tuvo en su conservación, y por las sustancias químicas que el pintor introdujo en sus pigmentos), el impresionante equilibrio y estabilidad de la composición, enmarcada por una arquitectura a la medida de los personajes, y situando el punto de fuga central detrás de la cabeza de Cristo.
-
La Gioconda (1503) es, sin duda, su más famosa obra, el delicado sfumato aparece tan perfeccionado que los contemporáneos lo calificaron de milagroso. Las formas están construidas con capas de veladuras tan maravillosamente sutiles, que se diría que toda la obra refulge por efecto de una suave luz que ardiera en el fondo.
La obra de Rafael Sanzio (1483-1520) es muy amplia, gran parte de ellas se deben a su taller y sólo los detalles más importantes son obra del pintor de Urbino. Su prematura muerte hizo que toda su obra sea de la época de juventud y refleja el positivismo e idealismo clasicista en toda su época, que fue truncado por el saqueo de Roma que él no vivió.
Es innegable el encanto de sus Madonnas y la calidad de los elementos pictóricos de sus obras: luces, color o composición. Su grandes aportaciones fueron la concepción espacial de sus obras: profundidad y la amplitud de espacio en que se mueven las figuras de las grandes composiciones, como en La Escuela de Atenas o en La Disputa del Sacramento de las logias vaticanas.
-
Los Desposorios de la Virgen (1504) es una obra de su etapa en Perugia (1501-1504), donde se formó en el taller de Perugino. La composición se asemeja a la obra de su maestro La entrega de las llaves a San Pedro, con un suelo geométrico que ayuda a generar profundidad. En el primer plano observamos la aparición de los personajes más importantes en una boda judía: en el centro se sitúa un rabino que sirve como eje de simetría de la obra; a los lados, la Virgen María, representada como una mujer de gran belleza, y José, junto a ellos el resto de personajes formando dos grupos (mujeres y hombres, uno de ellos rompe una vara como parte del ritual. Al fondo un templo de planta central al estilo de Bramante con una gran cúpula y pórtico jónico. Destaca la belleza y el idealismo, es una pintura influida por el neoplatónismo.
-
Madonna de Gran Ducca (1505) es una obra de su etapa florentina, cuando asimila las aportaciones de Miguel Ángel y Leonardo. Las madonnas con niño de Rafael son composiciones piramidales que, a veces se recortan en paisajes o en fondos opacos u oscuros. Destaca la mesura, elegancia, belleza, simplificación, grandiosidad y tranquilidad.
Rafael fue también un destacado fresquista y es con esta técnica con la que creo algunas de sus obras maestras en Roma, al servicio del papa Julio II, como el conjunto de las cuatro estancias vaticanas. La estancia llamada de la Signatura2 (1508-1511) debía servir como biblioteca privada del papa. Las pinturas parietales de Rafael estarían encima de las estanterías pero no en la bóveda. La forma rectangular obligaba a crear dos frescos de mayor tamaño y dos más reducidos:
-
La escuela de Atenas (1510-12) es un fresco grandioso y monumental. Las figuras están encuadradas en un gran marco arquitectónico clásico, bramantesco: con una gran bóveda, casetones decorados, pilastras, arcos de medio punto y hornacinas.
Rafael no recurre en este caso a la alegoría ni a las abstracciones sino que realiza un retrato de los hombres ilustres de la antigüedad, que aparecen conversando o meditando. Sobre ellos dos esculturas presiden la composición: Apolo y a Minerva, los dos dioses relacionados con la sabiduría y las artes.
Platón y Aristóteles son los dos personajes centrales, se reconocen por los libros que escribieron y que sostienen en sus manos, el Timeo y la Ética. Platón señala hacia el cielo (Mundo de las Ideas) y Aristóteles hacia la tierra (mundo de la experiencia). Utiliza personajes de su tiempo para representar a los sabios de la Antigüedad (Platón es Leonardo) estableciendo una conexión entre el mundo clásico y el Renacimiento.
A la izquierda distinguimos un personaje vestido de marrón, calvo, que esta enumerando argumentos con sus dedos, representa a Sócrates; junto a él, muy atento a su la explicación su discípulo Jenofonte. Vemos Pitagoras escribiendo y explicando. Heráclito de Éfeso aparece e el último escalón, como un personaje melancólico, triste y pensativo, es el retrato de Miguel Ángel en una postura que recuerda los escorzos y torsiones de sus personajes, que abren el camino hacia el Manierismo. En el centro de la escalinata aparece Diogenes reposando junto a un grupo de figuras que protestan ante su actitud. A la derecha reconocemos a un personaje inclinado y calvo con un compás en la mano que representa al matemático Euclides (matemático) con los rasgos de Bramante3. Dos personajes enfrentados sostienen esferas, él de la esfera terrestre es Tolomeo4, mientras el de la esfera celeste es Zoroastro. Cerca de los astrólogos, tras un personaje de blanco asoma la única cara que mira al espectador, el retrato del propio Rafael.
El fresco es en suma sensacional, la representación de toda la cultura clásica y su conexión con la época de Rafael: los artistas de Julio II y los pensadores de Pericles.
-
La disputa del Sacramento (1509) se encuentra frente al fresco anterior. Aunque representan temas muy distintos forman un mismo programa iconográfico. La Escuela de Atenas conectaba el saber antiguo con el arte moderno y ahora une la filosofía clásica con la tradición cristiana: la exaltación de la verdad revelada (la religión) y la verdad natural (la filosofía).
La disputa del Sacramento muestra una visión celestial, sustituyendo el marco arquitectónico por nubes. Entorno a las nubes y el altar se distribuyen los personajes siguiendo una distribución geométrica: en la parte inferior, el plano terrestre con la iglesia militante (Papas, obispos…). La parte superior se reserva a la iglesia triunfante sobre el trono de nubes. Por encima, un tercer registro horizontal donde se encuentran los ángeles. Un ejevertical formado por la Sagrada Forma y la la Trinidad sirve de eje de simetría. Junto a Cristo vemos a María y San Juan (intercesores por la humanidad).
Los personajes terrenales discuten sobre le misterio eucarístico de la conversión del pan y el vino, misterio que ya esta resuelto en la parte superior en una visión de la Gloria Celestial. Es una composición más cerrada y jerárquica que la anterior y recuerda a Perugino.
Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564) fue, fundamentalmente, un escultor y eso se plasmó en su pintura, que conserva la energía del dibujo y el deseo de movimiento y fuerza que inspiró su obra plástica.
-
El tondo de la Sagrada Familia o Tondo Doni (1503) es una de las pocas pinturas de caballete de Miguel Ángel. Es una composición pre-maniesrista con escorzos profundos y las torsiones, sobre todo en la figura de María. Miguel Ángel prescinde de signos iconograficos como las aureolas. Destaca la importancia del dibujo, que matiza los contornos. Pinta sus figuras con tratamiento escultórico, todas muy musculosas, incluso las mujeres. Los colores muy vivos, predominando los primarios. El paisaje de fondo es muy original, poblado de figuras desnudas, verdaderos estudios anatómicos masculinos que no se sabe muy bien que representan.
-
Bóveda de la Capilla Sixtina (1508-1511). Miguel Ángel recibió el encargo de pintar las bóvedas de la Capilla Sixtina5 del papa Julio II sin gran entusiasmo, pues le apartaba de los proyectos escultóricos que realmente le motivaban, además no dominaba la técnica al fresco. Finalmente el artista debió ceder ante la presión del papa.6
La capilla en sí es una construcción medieval sin ningún interés arquitectónico, Julio II decidió decorarla con un estilo moderno7, siguiendo el camino de sus predecesores, quines ya encargaron los frescos de la parte inferior a pintores como Pinturicchio. Posteriormente Miguel Ángel también recibió el encargo de decorar el plafón de fondo de la Capilla, donde pintó el impresionante Juicio Final.
Tradicionalmente se ha sostenido que la obra fue realizada en solitario por Miguel Ángel durante cuatro años, pero cambios de estilo en algunos lugares del fresco hacen pensar en un trabajo colectivo.
La bóveda de la Capilla Sixtina está decorada con escenas bíblicas del Génesis. El dinamismo de las figuras llegó a su plenitud, y lo colosal no es sólo su mundo de gigantes de músculos tensos o las dimensiones de una obra tan vasta, sino también en las condiciones tan particulares de posición e iluminación con las que debió lidiar el artista.
Los gigantes que se mueven con formidable impulso carecen de suficiente espacio, y la atmósfera adquiere cierta sensación de angustia, generó un mundo dramático, bien diferente del equilibrio y el optimismo del hombre del primer Renacimiento, y preludio del Manierismo.
Las figuras están enmarcadas por una gran arquitectura fingida e ilusoria repleta de lunetos, estípites, arcos… que sirven para distribuir en escenas a la enorme cantidad de personajes. No existe un punto de vista unitario o focal para el conjunto, establece distintos puntos de fuga según la escena.
En el eje de la bóveda aparecen las escenas principales extraídas del libro del Génesis, el primero del Antiguo Testamento. Las escenas tiene dos tamaños, las más pequeñas aparecen enmarcadas por parejas de desnudos masculinos y medallones que simulan ser de bronce, todos diferentes:
-
-
El origen del Universo: la separación de la Luz y las Tinieblas, la creación de los astros y la separación de la tierra y el agua.
-
El origen del hombre: la creación de Adán y la creación de Eva.
-
El origen del pecado: la expulsión del Paraíso, el sacrificio de Noé, el diluvio universal y la embriaguez de Noé8.
-
Dios, protagonista del conjunto de escenas, aparece como un Júpiter clásico, radiante de fuerza.. Las figuras presentan escorzos violentos y profundos, son magníficos estudios anatómicos. Sus miradas parecen extraviadas y enfurecidas. Un mundo de titanes
En los laterales se alternan los profetas y las sibilas. Figuras gigantescas sentadas en un trono enmarcando la bóveda. Los profetas son personajes bíblicos anuncian la venida de Cristo; y las sibilas son adivinas u oráculos de la época romana. Volvemos a ver la fusión de clasicismo y religión típica de la filosofía neoplatónica.
La la bóveda representa la historia espiritual de la humanidad creada por Dios y caída en el pecado, que obliga a esperar la llegada del Salvador.
-
-
El plafón del fondo de la capilla sixtina contiene el Juicio Final (1536-1541) fue un encargo del papa Pablo II. Habían pasado veinte años antes entre ambas obras. Durante ese tiempo los cambios fueron muy intensos tanto en lo artísticos como en la mentalidad filosófica política y social. Roma había sido saqueada por las tropas de Carlos V, las guerras de religión ensangrentaban Europa, el Papado quedaba subordinado al Emperador, mientras España y Francia luchaban por dominar Italia. El ideal renacentista había muerto.
Miguel Ángel representó a un Cristo Juez y castigador, alejado de la imagen de Cristo Redentor que quiere salvar a la humanidad, cambio que refleja la crisis espiritual del momento que vivía. La intención es atemorizar al cristianismo dividido, invitar a la reflexión y sirve de aviso sobre la caducidad de la vida y del universo. Todo lo que se creó en la bóveda se destruía ahora.
Uno de los elementos más innovadores de la obra es la la estructura compositiva, la distribución de personajes y escenas. Rompe la habitual estructura jerárquica y geométrica con registros horizontales. Esta es una pintura contiene más de cuatrocientas figuras de tamaño natural, formando un conjunto o una escena única, una gran espiral ascendente que genera movimiento y vitalidad.
El punto focal es Cristo, a modo de Pantocrator con una musculatura impresionante, como un dios griego. Las manos de Cristo parecen mover toda la composición. Su brazo levantado salva a los benditos y condena a los pecadores. Cristo está acompañado por María, la única figura que no parece agitada, sino más bien tranquila, melancólica y resignada, sin intención de interceder. Miguel Ángel pintó a Cristo y al resto de figuras desnudas, pero pocos años después fueron cubiertas por un discípulo suyo, Daniel de Volterra. Esta censura se debió al Concilio de Trento.
La parte inferior de la composición está ocupada por la barca clásica de Caronte y la boca del monstruo Leviatán, el infierno para los condenados. Miguel Ángel parece recrearse en la representación de los demonios y el terror de los condenados, mostrando toda la crueldad de los demonios.
En la parte superior hay dos grupos de ángeles contorsionados en tremendos escorzos portan los símbolos del martirio de Cristo (la cruz, la corona de espinas, la columna…).
Dos figuras destacan de entre las que rodean a Cristo: San Lorenzo con su parrilla y San Bartolomé9 con la piel despellejada en una mano y el cuchillo en otra. En esta piel encontramos el autorretrato de Miguel Ángel, una muestra más de la profunda crisis personal que vivía.
1Esta pintura tiene sus bases filosóficas en el neoplatonismo.
2Lugar donde se firmaban los tratados.
3En su túnica encontramos la firma de Rafael, el anagrama: R.U.S.M. (Rafael de Urbino sua mano)
4 Aparece coronado por confusión con la dinastía egipcia de los Ptolomeos.
5Construida por encargo de Sixto IV.
6Miguel Ángel: una súper estrella: https://www.youtube.com/watch?v=ZZDIVDRxIvE
7Sustituyendo el cielo estrellado con el que había sido pintada anteriormente.
8Escena que representa la recaída en el pecado de la humanidad.
9Estas figuras ocupan un lugar destacado porque junto con la Asunción comparten el titularidad de la capilla.
Un comentario
Pingback: