Historia del Arte,  Materiales de estudio

Lorenzo Ghiberti

Lorenzo Ghiberti fue el iniciador de la escultura del Renacimiento con su gran obra: Las Puertas del Paraíso

Pocas veces se puede fijar con tanta precisión el lugar de origen de un estilo artístico como en el caso del Renacimiento, y no me refiero a una ciudad: Florencia, sino a un emplazamiento concreto: la Plaza del Duomo de la capital de la Toscana; donde, en apenas unos metros podemos contemplar la maravillosa cúpula de la Catedral de Santa María dei Fiori, levantada por Bruenelleschi y considerada el inicio de la arquitectura Renacentista, y las puertas sur del Baptisterio de San Juan, donde Lorenzo Ghiberti realizó la que está considerada como primera obra de la escultura renacentista.

Orígenes y formación

Lorenzo di Bartolo Ghiberti nació en Pelago, cerca de Florencia, en 1378. Aunque conocido como escultor, su formación y el inicio de su carrera artística se desarrolló en la orfebrería, gremio de gran tradición en Florencia y en su familia. Este aprendizaje fue clave para el desarrollo de sus relieves escultóricos. Como buen artista del Renacimiento, se interesó por todas las disciplinas artísticas, como la pintura o la arquitectura, pero destacó en la escultura.

También fue escritor, reflejo del espíritu humanistas de la Florencia del Quatroccento. Se conservan los tres tomos de sus Comentarios, en ellos reflexiona sobre el arte partiendo de su propia obra y la de otros artistas italianos de su tiempo o anteriores. Nos dejó su auto-biografía, quizás la primera de una artista, reflejo de la importancia recobró la figura del artista en el Renacimiento y del nuevo individualismo de su tiempo. La obra de Ghiberti fue una fuente clave para las Vidas de Vasari, la gran referencia para el estudio biográfico de los artistas del Renacimiento.

Comenzó su carrera en Florencia, pero la peste de 1400 le llevó hasta Rímini, donde trabajó para Carlos I Malatesta como pintor. Fue en esa ciudad donde, en 1401, recibió la noticia de la convocatoria del concurso para el encargo que cambiaría su vida: la decoración con relieves de bronce de la puerta norte del Baptisterio de San Juan de Florencia (un edificio octogonal con tenía tres puertas, una de ellas ya había sido decorada por Andrea Pisano en el Trecento).

Puertas del Baptisterio de Florencia

La competencia de Ghiberti en el concurso fue importante tanto en número como en calidad, con artistas de la talla de Brunelleschi o Jacabo de la Quercia. La prueba consistía en la realización de un relieve en bronce con la representación del Sacrificio de Isaac, pues en principio el programa iconográfico de la puerta iba a versar sobre el Antiguo Testamento, aunque luego se modificó por escenas del Nuevo Testamento. Los artistas tenían el plazo de una año y debían utilizar el mismo marco y medidas que había empleado Pisano.

El museo florentino del Bargello conserva los panales realizados por los dos finalistas: Filippo Brunelleschi y Lorenzo Ghiberti.

El boceto de Ghiberti nos muestra el rumbo que iba a tomar su arte. La representación inconográfica es muy tradicional: Abraham a punto de sacrificar a su hijo Isaac en la piedra, o altar, del sacrificio, el ángel que en el último momento detiene la mano homicida, el cordero que será finalmente sacrificado en lugar del joven y las figuras de los sirvientes y una mula, así como referencias al paisaje.

La técnica empleada fue el alto-relieve, las figuras salen casi completas del fondo. Vemos la inspiración clásica en los pliegues de las ropas y en el estudio de la anatomía, más visible en el desudo clásico de Isaac, se nos presenta como un héroe griego. Pero la gran aportación de Ghiberti fue la sensación de profundidad, la investigación del espacio. Estructura la escena aprovechando el paisaje, donde la montaña divide la escena, separando a los personajes secundarios y generando un ritmo con las figuras de Abraham e Isaac, casi paralelas a la montaña. Llama la atención la figura el ángel, que surge del fondo, en un complejo escorzo acrecentando la perspectiva. La tensión de la escena se construye en el maravilloso duelo entre la mirada decidida, resuelta, fanática del padre, y la retadora del hijo.

El trabajo en las dos primeras puertas duró más de veinte años, entre 1403 y 1424. Las puertas, de dos batientes, tiene una dimensiones de cinco metros de alto por casi 4 de ancho, y se divide en veinte ocho paneles de forma cuadrilobulada y una tamaño de 45 por 38 centímetros. El marco que rodea cada relieve está decorado con vegetales y pequeños bustos de que representan a sibilas y profetas del Antiguo Testamento.

El estilo de Ghiberti es minucioso y cercano al gótico, pero el naturalismo en el tratamiento de los cuerpos y el paisaje son puramente renacentistas.

Esculturas para Orsanmichele

Mientras trabajaba en la puerta norte del Baptisterio recibió otros encargos, destacando las las imágenes de San Juan Bautista (1412-16), San Mateo (1419-23) y San Esteban (1428), para la fachada de la Iglesia florentina de Orsanmichele (Huerto de San Miguel). Este edificio medieval había sido construido en 1337 en el huerto del antiguo convento de San Miguel, siendo un mercado o almacén de grano transformado en iglesia hacia 1380. Sus arcadas exteriores, la logia del mercado, habían sido cerradas y en sus pilares había 14 hornacinas que debían ser decoradas por esculturas financiadas por los gremios comerciales de la ciudad. En el caso de las de Ghiberti fueron los poderosos gremios de comerciantes de lana, patrocinador la del Bautista, los banqueros la de San Mateo y los tejedores de lana, la de San Esteban.

La escultura de bronce de San Juan Bautista (1412-16) destaca por su dimensiones, más de dos metros y medio, lo que obligó a perfeccionar su técnica de fundido. En lo estilístico se mantiene una fuerte influencia del gótico, aunque se adivina el naturalismo propio de Renacimiento en ropajes y cabellos.

Todavía es más alta la escultura, también de bronce, que representa a San Mateo (1419-23), 269 centímetros, por expreso deseo de sus clientes. Es una representación mucho más clásica, como podemos ver en el tratamiento del rostro o en la postura, un contraposto típico de la estatuaria griega.

La tercera de las esculturas en bronce, la de San Esteban (1428), fundida mientras trabajaba en las terceras puertas del Baptisterio. Profundiza en las características renacentistas que hemos comentado para la imagen del evangelista. En su hechura y expresión vuelve a dar muestras de gracia y dulzura. Una belleza ideal ante la que reaccionaría Donatello.

Las Puertas del Paraíso

Terminado el conjunto de relieves de la puerta norte Ghiberti recibió un nuevo encargo, las terceras puertas del Baptisterio (esta vez sin que fuera necesario concurso). Trabajo en ellas entre 1425 y 1452, tenía setenta años de edad cuando terminó la obra, por lo que no es nada exagerado hablar de la obra de su vida.

Para su realización continuó contando con el taller que había formado para las primeras, en él trabajaron algunos de los mejores escultores del Quattrocento como Donatello, Michelozzo o della Robbia, así como sus hijos Víctor y Thomas Ghiberti.

Fue en estas terceras puertas donde Ghiberti revolucionó la escultura, hasta el punto de que Miguel Ángel consideró que eran dignas de ser las puertas del Paraíso, mientras Vasari afirmaba que era “la obra de arte más fina jamás creada”.

Si en los relieves anteriores todavía eran visibles reminiscencias góticas, en éstas puertas los planteamientos renacentistas dominan por completo la composición. Junto al naturalismo, el modelado de los cuerpos, el idealismo de las figuras humanas y el trabajo de los ropajes, destaca la gran aportación de Ghiberti: la perspectiva lineal y los efectos de profundidad, valiéndose para lograrlo de la degradación del relieve, los paisajes y las arquitecturas.

Sobre esta obra el propio artista afirmó “En esta obra busqué imitar la naturaleza de manera tan realista como fuera posible, tanto en proporciones como en perspectiva … los edificios aparecen como vistos por el ojo de alguien que mire desde la distancia”, fijando el naturalismo y la perspectiva como sus dos grandes objetivos.

Lorenzo Ghiberti murió en el año 1455, tal fue su importancia para la ciudad que su tumba se encuentra en la basílica de la Santa Croce, junto a los más importantes personajes de la ciudad.

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