Escultura del Cinquecento
Durante el siglo XVI la escultura del Renacimiento continúo la línea del siglo anterior (naturalismo, humanismo, proporcionalidad, expresividad…) pero añadió el gusto por lo monumental, (influencia romana), el uso de líneas curvas (al estilo griego) y la llamada forma serpentinata para aumentar el dinamismo de las composiciones.
La figura de Miguel Ángel Bounarroti (1475-1564) es tan grande que eclipsa por completo al resto de escultores de la primera mitad del siglo XVI. Fue una artista total que sobresalió en todos los campos, pero se consideró, ante todo, escultor. Sus esculturas fueron el punto culminante del clasicismo renacentista y el origen del manierismo Dedicó su obra a captar la tensión espiritual contenida. No exterioriza los sentimientos de forma clara, prefiere ahogarlos y provoca con ello la fuerza interior y la pasión que todas sus obras transmiten al espectador (terribilitá). Miguel Ángel plasmó los sentimientos más profundos e intensos a través de lo que los griegos llamaron el pathos, las pasiones reprimidas.
Miguel Angel trabaja sobre todo la piedra: el mármol de Carrara. Prefería trabajar con grandes bloques, sin ensambla las piezas. Adivinaba la figura que había dentro del mármol, y lo único que debía hacer era extraerla1. La piedra era para Miguel Ángel algo más que un material, era el espíritu de la obra. Muchas veces trabajó de forma directa, sin bocetos previos y, aún así lograba figuras limpias y sin errores. Esta es una técnica original y única. Miguel Angel dejó bastantes esculturas sin acabar, bien por falta de tiempo, porque dejaron de interesarle o porque otros encargos le apartaron de ellas, estas obras nos permiten entender su técnica.
La concepción de las obras de Miguel Ángel otorgaba una importancia básica a la visión frontal, pues incluso en sus obras de bulto redondo siempre hay un punto optimo para la contemplación.
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La Piedad del Vaticano (1497) es un claro ejemplo de la tensión espiritual contenida, del pathos. Muestra un momento de máximo dramatismo y tristeza, pero con gran contención. Su composición es clara, equilibrada, de forma piramidal, típicamente renacentista. El bello y juvenil rostro de María pone de manifiesto el carácter eterno de su virginidad2 y la búsqueda platónica de la belleza ideal. Su gesto muestra resignación ante la injusticia o la voluntad de Dios, pero también es un gesto maternal. El cuerpo de María, por contraposición, se muestra recio, de volúmenes plenos, capaz de soportar el peso del cuerpo inerme de su hijo muerto. La figura de Cristo pese a ser un cadáver, se muestra joven pero cae a peso muerto de entre los brazos de su madre.
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Miguel Ángel es el autor de uno de los más admirables desnudos masculinos jamás esculpidos, el David (1501-3)3, en el que demostró su perfecto conocimiento de la anatomía. Fue esculpido para la plaza de la Signoria de Florencia, como un símbolo de la ciudad4. Es una escultura de enormes dimensiones que se ven potenciadas por su pedestal. Cuentan sus biógrafos realiza esta escultura a partir de un gran bloque de piedra desechado por otro escultor en forma de cubo rectangular. Miguel Ángel se sintió fascinado por el bloque de piedra incluso antes de empezar a trabajar en él.
El momento elegido es diferente al de Donatello, justo el instante previo al combate, al lanzamiento de la piedra, cuando la concentración y la tensión son más fuertes. En su mano sostiene la honda que cuelga por su espalda. La mirada está fija en su enemigo. Representa el pathos: drama y esfuerzo interior. Pero la energía aún está contenida, un movimiento en potencia que recuerda a Discóbolo. Toda esa energía interior aflora a través de su piel, en las manos, con las venas acentuadas, en el rostro, ligeramente fruncido. Se diferencia también del modelo de Donatello en que representa una figura varonil, más desarrollada, aunque también desnuda.
La perfección de la obra se rompe en pequeños detalles, como el tamaño de la mano derecha es demasiado grande en proporción al resto del cuerpo, y la sensación plana del conjunto, debido a que había sido extraída de un bloque desechado y que obligó al escultor a adaptarse.
Entre los encargos que Miguel Ángel recibió de sus mecenas destacaron algunos sepulcros. De su escultura funeraria nos detendremos en los sepulcros del papa Julio II y la capilla funeraria de los Médicis.
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La tumba de Julio II (desde 1501): fue uno de los proyectos más queridos por Miguel Ángel, debía convertirse en su obra maestra. La concibió como una gran montaña de esculturas5 que debía situarse debajo de la cúpula de la basílica de San Pedro6. El paso del tiempo, los diversos encargos con los que le papa desvió la atención del artista y el envejecimiento de Miguel Ángel redujeron la ambición del proyecto, para frustración del artista.
Julio II fue enterrado en una modesta tumba fachada en la Iglesia de San Pedro in Vincoli, las únicas escultura de Miguel Ángel que le acompañaron fueron el Moisés, en el centro del cuerpo bajo, franqueada por la escultura de Lía, símbolo de la vida activa, y Raquel, representación de la vida contemplativa.
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El gigantesco Moisés (1506-13) sentó las bases del manierismo. Es una escultura sedente es una figura monumental, de rostro expresivo, donde el movimiento contenido, la tensión y la terribilità alcanzaron cotas extremas. Debe mucho al Laocoonte, descubierto en 1506 en las ruinas del Palacio de Tito, en Roma.
El momento elegido es el rencuentro con su pueblo tras serle entregadas por Dios las Tablas de la Ley en el Monte Sinaí, que lleva bajo sus brazos. Los únicos gestos que advierten de su ira contenida (ante la adoración idólatra al Becerro de Oro en la que han caído los hebreos) lo vemos en los músculos tensos, sobre todo el brazo izquierdo; y en la mirada furiosa. Refleja una gran fuerza psicológica.
Para esta misma obra había concebido la serie de esclavos. Algunos los llegó a concluir, pero la mayoría, apenas esbozados, parecen brotar con dificultad del bloque de mármol que los encadena, como despertando a la vida, lo que confiere al conjunto una imagen de gran modernidad.
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La tumba de los Médici (1520-34): se encuentra junto a la iglesia de San Lorenzo, en Florencia, en la Sacristía Nueva (la Vieja la hizo Brunelleschi), levantada según los planos de Miguel Ángel. Se trata de dos sepulcros enfrentados, los de Julián y Lorenzo, donde las figuras de los Médici aparecen sedentes, es ésta una postura nueva, aunque no por ello menos natural.
Los retratados y las figuras que les acompañan presentan actitudes pensativas, nostálgicas y melancólicas, aunque muy dignas y serenas. Una tipología que fue muy copiada, convirtiéndose en el modelo a seguir hasta la aparición de Bernini.
Las tumbas están formadas por una urna decorada con volutas que cobija las cenizas. Le acompañan dos figuras alegóricas, y remata el conjunto la figura del difunto. Parece que el proyecto incluía dos figuras a los pies de la tumba para cerrar una estructura piramidal completa.
La escultura de Julián llamado el Divino por la belleza de sus formas la encontramos representada como un general romano. La escultura de Lorenzo se conoce como el pensativo y recuerda algunas pinturas de la Capilla Sixtina de Miguel Ángel por la posición incomoda del brazo o el cruce de piernas, que adelanta ya actitudes manieristas. Las dos tumbas forman un mismo programa iconográfico. Las cuatro figuras alegóricas que acompañan a los Médici representan los momentos del día y de la vida:
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La tumba de Lorenzo: la mujer desperezándose representa la aurora y la figura varonil musculosa es el día.
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La tumba de Julio: la figura masculina anciana y decrépita es la tarde y la mujer fuerte la noche, recogida y enfrentada con la aurora.
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Al final de su vida, el artista retomó el tema de La Piedad. Reflejó en su escultura toda la crisis espiritual que vivió al final de su vida. La terrible frustración por la ruptura del ideal renacentista y sus frustraciones personales.
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Piedad de la Catedral de Florencia (1547-53), que dejó sin concluir7. Muestra el dramatismo de la muerte y la angustia en los personajes, abandonando la contención de su primera Piedad. La Virgen, ayudada por sus discípulos, intenta sostener el cuerpo de muerto de Cristo. Es una composición piramidal, de forma serpentinata por la complicada torsión del cuerpo de Jesús, que nos acerca al manierismo. Miguel Ángel intentó destruir esta obra, pero su criado pudo detenerle. Es una Piedad más mística, más ascética, más desgarrada.
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La Piedad del palacio Rondanini (1564), apenas comenzada a desbastar cuando murió el maestro. En ella ya no aparece la belleza clásica de la primera Piedad, sino todo el drama de esta tragedia cristiana. La Madre en pie soporta, a duras penas, a su hijo muerto. Esta inacabada. No hay armonía ni equilibrio. No buscaba la belleza corporal ni la perfección, lo que le interesaba era captar el espíritu y el dolor y el sufrimiento del tema. Es una actitud mucho más pasional y espiritual.
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1Per forza di levare (a base de quitar).
2Debemos tener en cuenta el anacronismo, pues la Virgen debía tener unos 50 años en el momento de la muerte de Jesús.
3Miguel Ángel: una súper estrella: https://www.youtube.com/watch?v=ZZDIVDRxIvE
4En la actualidad se conserva en el Museo de la Academia y en la plaza hay una réplica.
5Tres pisos y más de cuarenta esculturas de tamaño natural.
6La cúpula estaba siendo construida en aquel momento según el proyecto de Bramante, ese lugar acabó ocupado por el Baldaquino de Bernini.
7La figura de la Magdalena, a la izquierda del grupo, fue terminada por Tiberio Calcagni, alumno y amigo de Miguel Ángel.
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