La Revolución Soviética y la URSS (1917-1941)
El Imperio Ruso era a finales del siglo XIX una monarquía absoluta gobernada por el Zar con el apoyo del ejército, la Iglesia ortodoxa y una fiel burocracia. Su economía agraria era poco productiva y su escasa industria se concentraba en Moscú y San Petersburgo.
Las malas condiciones de vida del pueblo empeoraron con la guerra ruso-japonesa de 1905. Las protestas fueron reprimidas con dureza en el Domingo Sangriento. El motín de la armada provocó una reacción del Zar: la creación de la duma y un proyecto de reforma agraria. Ambas quedaron en casi nada.
La participación en la Gran Guerra puso de manifiesto las deficiencias tanto del ejército ruso como de su economía. Las derrotas y la escasez hicieron estallar la Revolución de febrero de 1917. El Zar se vio obligado a abdicar. El poder e dividió entre el gobierno provisional del príncipe Lvov, quien prometió reformas y unas elecciones para cortes constituyentes y los soviets.
La llegada de Lenin y la proclamación de las «Tesis de abril», exigiendo el poder para los soviets y el abandono inmediato de la guerra impidió cualquier colaboración entre los dos poderes.
El gobierno, ahora en manos del socialista moderado Kerenski, quiso iniciar reformas pero sin abandonar la guerra. El partido bolchevique fue prohibido.
La reacción de los zaristas cristalizó en el golpe de Estado del general Kornílov, que fracasó por la intervención de los bolcheviques de Lenin.
El aumento de prestigio de los bolcheviques les hizo plantearse la toma del poder. Troski fue el encargado de organizarlos. La insurrección de junio fracasó.
El 25 de octubre de 1917, estalló una segunda insurrección bolchevique (con el apoyo de otros grupos) que tomó los centros de poder de San Petersburgo y asaltó el Palacio de Invierno. Kerenski huyó.
Los bolcheviques dominaban las zonas industriales pero los zaristas se hicieron fuertes en el mundo rural con el apoyo de los aliados. Comenzó la guerra civil.
Las primeras medidas tomadas por Lenin fueron la salida de la guerra (paz de Brest-Litovsk) y el instauración del socialismo (nacionalización de la banca, control obrero de las fábricas, repartos de tierra…).
La guerra obligó a la implantación del «comunismo de guerra» que provocó descontento y escasez. El ejército «rojo» dirigido por Trosky logró vencer a los rusos «blancos».
Los bolcheviques tras perder las elecciones de noviembre de 1917 disolvieron la asamblea y los soviets se alzaron con el poder. El Partido Comunista de la Unión soviética controló el Estado produciéndose confusión entre ambos. En 1922 se instauró la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Tras la guerra la situación de escasez y descontento era notable. Lenin impulsó la NEP liberalizando elementos de la economía para impulsarla.
La muerte de Lenin provocó una pugna por su secesión entre Trosky y Stalin, éste salió vencedor por su control del partido.
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