Historia del Arte,  Materiales de estudio

Donatello

Donatello fue el escultor más importante del Quattrocento italiano, siendo uno de los artistas que mejor han plasmado la figura humana en todas sus dimensiones

Aunque conocido por todos como Donatello, el escultor más importante del Quattrocento italiano, se llamaba Donato di Betto Bardi. Nació en Florencia, la cuna del Renacimiento, en el año 1386. Era hijo de Niccolò di Betto Bardi, cardador de lana, y muy activo en diversas revueltas que se produjeron en la ciudad durante el siglo XIV.

Pequeña biografía

Gracias a Vasari conocemos muchos datos sobre su vida. Vasari nos presenta a Donatello como una persona noble y elegante, lo que le permitía moverse en los círculos humanistas de la época. El poderoso Cosme de Médici fue su gran mecenas.

Murió en 1466, también en la capital de la Toscana, a los 80 años, tras una enfermedad que le impidió trabajar los últimos años de su vida, siendo enterrado en la Basílica de San Lorenzo.

Al igual que la mayoría de los artistas del Renacimiento no se conformó con una sola disciplina, destacó como escultor, pero también fue pintor y orfebre de calidad. Nosotros nos centraremos únicamente en sus esculturas y relieves. Si bien no fue el primer escultor del Renacimiento, puesto que corresponde a Lorenzo Ghiberti, Donatello abrió la mayor parte de los caminos que luego recorrió la plástica del Renacimiento, caminos que ensancharon otros artistas como Miguel Ángel Buonaroti. Donatello innovó en todas las facetas de la escultura y trabajó todos los materiales desde el mármol y el bronce, hasta la terracota y la madera.

Característica de su obra

El tema principal en la obra de Donatello es la figura humana, a la que dotó de gran variedad de gestos y actitudes, mostrando su realidad interna y sus diferentes estados anímicos, sus obras son auténticos retratos psicológicos. No sólo exploró lo anímico, también recorrió las diferentes etapas de la vida: la alegría de la niñez y la juventud, la plenitud de la madurez y la decrepitud de la vejez.

La característica esencial de la obra de Donatello es la naturalidad, rompiendo con el idealismo predominante durante el Quattrocento y que vimos en la obra de Ghiberti.

Formación

Su primera formación artística, como la de otros muchos artistas florentinos, fue la orfebrería, gremio de gran tradición en la capital de la Toscana. Viajó a Roma junto con Brunelleschi, entre 1402 y 1404, para estudiar el arte clásico. Tras su regreso a Florencia entró a trabajar en el taller creado por Ghiberti para la elaboración de las puertas del Baptisterio de San Giovanni.

Principales obras

Repasaremos algunas de sus obras para analizar la evolución de su arte.

Comenzamos por una obra realizada entre 1409 y 1411, una obra todavía de juventud: San Juan Evangelista. Esculpida para decorar la fachada de la Catedral de Santa Maria dei Fiori, estuvo emplazada junto a la puerta central hasta 1588. Tiene unas enormes dimensiones, más de dos metros de altura. Posiblemente Donatello se inspiró en el Júpiter Capitolino, de la época romana.

En esta escultura sedente podemos observar el rasgo más destacado en la plástica de Donatello: la naturalidad. Quedan rasgos de la rigidez antigua, pero vemos la humanización de la figura, especialmente en el rostro y las manos. Es una composición piramidal, sólida y simple. Pese a ser una escultura de bulto redondo, al estar concebida para un espacio en la fachada predomina la ley de la frontalidad. El volumen lo logra gracias a los ropajes que cubren las piernas, cuyos pliegues crean efectos de claroscuro. En la mano sostiene el Evangelio para la identificación iconográfica del personaje.

Esta obra inspiró a Miguel Ángel para su Moisés, tanto el postura como en la fuerza psicológica, lograda gracias a su mirada intensa y concentrada, que abrió el camino hacia la terribilitá de Buonaroti. En la actualidad podemos contemplarla en el Museo dell’Opera del Duomo.

Esculturas de Orsanmichele

Para continuar el repaso a la obra de Donatello nos trasladaremos a la capilla florentina de Orsanmichele. La fachada de esta Iglesia (antes convento, tribunal y mercado de cereales) está decorada con 14 hornacinas con las imágenes de los santos a los que cada gremio de la ciudad tenía como patrón. Donatello recibió tres encargos para este conjunto: una San Marcos para el gremio de Hiladores (1411-3), el San Jorge para los fabricantes de armaduras (1415-7) y un San Luís de Tolosa para el de los Capitanes Güelfos (1422-5). Nos detendremos en las dos primeras.

San Marcos (1411-3) está retratado de píe y vestido con túnica. Sobre esta obra, siempre según Vasari, dijo Miguel Ángel: “nunca había visto una figura con el aire de tan buen hombre como ésta y que si San Marcos había tenido realmente estas características, entonces podía creer ciegamente en lo que él había escrito”.

Donatello representó al Evangelista con un estilo clásico y naturalista, empezando por la postura, con una pierna adelantada, en contraposto y con una ligera curva en el cuerpo. El ligero movimiento parece librarle del espacio, de su hornacina y de la frontalidad propia de las obras dependientes del marco arquitectónico. Los ropajes y la expresión rostro nos llevan a pensar en un filósofo griego, serio, concentrado y digno, con una mirada perdida en el horizonte. De nuevo es la presencia del Evangelio lo que ayuda a su identificación iconográfica. Actualmente la fachada de Orsamichele luce una copia, mientras el original se puede contemplar en el Museo de la propia iglesia.

Para la misma Iglesia Donetello esculpió un magnífico San Jorge en 1417. Vemos ahora a un guerrero en plena madurez. San Jorge aparece sólo, sosteniendo su escudo con la cruz que le identifica, y ataviado con armadura, no podía ser de otra forma al tratarse de un encargo del gremio dedicado a fabricarlas.

La representación sigue un modelo clásico, con la pierna ligeramente adelantada, para dar mayor movimiento a la obra. Para contrarrestar la frontalidad, Donatello gira ligeramente la cabeza en dirección contraria al resto del tronco, generando sensación de movimiento en la figura. La concentración que refleja el rostro dota a la figura de una gran fuerza, lo que nos lleva al retrato psicológico del personaje.

Más allá de la cruz del escudo no hay ningún otro elemento iconográfico en la obra, por lo que podría ser interpretada como la representación de un caballero, pero el pedestal de mármol sirve para la representación en relieve de la historia de su batalla contra el dragón. Se trata de un magnífico relieve, que juega con el grosor de las figuras para crear una ilusión espacial casi pictórica, favorecida por la diferente incidencia de la luz. Esta técnica se conoce como stiacciato o relieve aplanado, una de las grandes aportaciones de Donatello.

El profeta Habacuc

Hemos comentado que la obra de Donatello recorre la representación de la figura humana en todos sus dimensiones y edades, si San Jorge representa la plenitud de la juventud, el profeta Habacuc (1423-25), también conocido como Il Zuccone (el calabacín) retrata la decrepitud de la vejez.

Esta obra forma parte de un conjunto de cinco esculturas encargadas a Donatello para el campanario del Duomo de Florencia, junto al citado Habacuc, esculpió al Profeta Imberbe y al Profeta Pensativo en 1415, sus nombres se deben a que ninguno de los dos se ha identificado con un personaje bíblico concreto, los otros dos encargos fueron el Sacrificio de Isaac (1421) y el Profeta Jeremías.

El Profeta Habacuc es una obra en mármol de dimensiones algo mayores al natural, representaba a un personaje real, un tal Barduccio, en la actitud de orador clásico. Es la obra en la que el naturalismo de Donatello aparece con mayor crudeza, mostrando la fealdad al estilo del realismo que veremos en muchas obras del barroco. Es una figura anciana, de rasgos duros, muy delgada, con pómulos marcados y calvo. Los brazos, que escapan por los lados de la túnica, demuestran una esmerado trabajo anatómico. Destaca el trabajo de los profundos pliegues en sus ropajes que acentúan el claro-oscuro. Es una retrato psicológico de gran fuerza expresiva e intensidad en la mirada, el retrato de un personaje dotado de gran dignidad.

Tanto esta obra como el resto del conjunto fueron trasladados en 1937 al Museo dell’Opera del Duomo, sustituyéndose por copias.

Relieves del púlpito de Prato y de la cantoría de Florencia

En este recorrido por las diversas edades del hombre a través de la obra de Donatello no podía faltar la alegría de la niñez. Representada en los relieves de las púlpito de la Catedral de Prato (1428) y la Cantoría de la Catedral de Florencia. Un tropel de niños cantores se mueven y agitan libremente, llenos de gracia y de vida. El inquieto desfile es acentuado con la división de las escenas, de forma vertical, mediante pilastras pareadas en Prato, o columnillas revestidas de mosaicos en Florencia. En el púlpito de Prato colaboró, como en otras muchas obras, con Michelozzo, del que hablaremos en la arquitectura.

El David

Una de las obras más conocidas de Donatello es su David (1440). Una escultura de bronce, encargada por Cosme de Medici para el jardín del palacio Médici-Ricardi, y que se conserva en el Museo Barguello de Florencia.

Muestra al héroe en el momento posterior a la lucha, con la cabeza de Goliat a sus pies. Es un desnudo de gusto verdaderamente clásico, mostrando una anatomía de incipiente musculatura propia de un joven. David está representado como un adolescente gentil, arrogante en la victoria y muy seductor, una exaltación de la belleza del cuerpo humano. Su postura, en pie, volcando el peso de su cuerpo sobre la pierna derecha, le permite flexionar levemente la otra, de nuevo en contraposto clásico, provocando una ligera inclinación en la cadera que recuerda la curva praxiteliana. El personaje aparece tocado con un sombrero toscano, quizás mostrando la fuerza de Florencia frente a enemigos poderosos.

Il Condottiere Gattamelata

La madurez del hombre queda representada por el retrato ecuestre del Condottiere Erasmo de Narni, conocido como Il Condottiero Gattamelata, situado frente a la Basílica de San Antonio de Padua (1453).

Un maravilloso retrato ecuestre fundido en bronce, el primero de esta tipología que se realizaba desde la antigüedad, al menos con estas proporciones monumentales. Su modelo debemos buscarlo en la estatua romana de Marco Aurelio a caballo.

El personaje, un hombre adulto, famoso en su época como general de las fuerzas de Padua, está pasando revista a sus tropas. Destaca la contención y elegancia, en un distinguido tono clásico. Una auténtica representación del caballero renacentista, sereno, fuerte y con autoridad. Colocó una bola como apoyo a la única pata flexionada y ligeramente levantada del caballo, confiriendo al conjunto un carácter macizo.

Donatello rescató el modelo del retrato ecuestre que, desde ese momento, se convirt en la representación habitual del poder. Sólo unos años después, en 1480, Verrochio esculpió Il Corleoni. El modelo persistió hasta el bien entrado el siglo XX, con representaciones de todo tipo de líderes políticos o militares, lo que convierte al Gattamelata en una de sus obras más influyentes del artista.

Hacia el «expresionismo»: María Magdalena y Judith

La vida de Donatello fue muy larga y su obra muy extensa, por lo que dejamos muchas obras en el tintero, a la espera de poder grabar un segundo vídeo, pero para finalizar el de hoy comentaremos dos obras realizadas en sus últimos años: María Magdalena Penitente y Judith y Holofernes, obras dotadas de gran expresividad y fuerza psicológica.

Talló su María Magdalena penitente en 1453. Una obra en madera policromada que representa la penitencia del personaje para purgar sus culpas. Muestra una mujer vieja y demacrada, muy delgada, de manos huesudas y ojos hundidos en sus cuencas. Viste ropajes viejos y luce una larga cabellera deshecha. Su actitud es de oración, con las manos unidas y una boca abierta que deja ver su maltrecha dentadura. Destaca el estudio anatómico de brazos y piernas, impresiona la piel arrugada del pecho. Es la obra más expresionista de Donatello, muy lejos de la serenidad del humanismo clásico y más cercana a las realizaciones del barroco.

Terminamos con Judith y Holofernes (1453-57), obra de bronce realizada para el jardín del palacio Medici-Ricardi, como el David, por encargo de Cosme o de Pedro de Médici. Con el ascenso de Savonarola ocupó el espacio que luego acogió al David de Miguel Ángel en la plaza de la Signoria y luego por la loggia de la misma plaza. Actualmente puede contemplarse en el museo del Palazzo Vecchio La historia de Judith recuerda a la de David, representando la victoria del débil frente al poderosos o la libertad frente a la tiranía. Donatello elige para la representación el momento en que, tras haber asestado un primer tajo con la espada al cuello de Holofernes, Judith se dispone a terminar su tarea decapitando al jefe Asirio.

Es un grupo escultórico fundido en bronce, de más de dos metros de altura (236 cm.), una obra exenta, sin ningún tipo de sumisión al marco arquitectónico, ofreciendo multitud de puntos de vista.

Es muy interesante el contraste entre la figura desnuda de Holofernes, con un cuidado estudio anatómico propio del desnudo, y la figura vestida de Judith, que obliga al trabajo de los pliegues. También contrasta la melena larga de Holofernes con el velo que cubre el cabello de Judith. La mujer representa la virtud y el recato, frete al desenfreno del varón. El cuerpo de Holofernes se desploma sin fuerza, como un pelele. La postura y el rostro de Judith refleja la concentración, la determinación para cumplir con su terrible tarea, mientras el de Holofernes muestra una mueca desesperada y deforme, casi monstruosa.

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