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Los asesinos de Alamut

Las ruinas de Alamut

Sólo unas pocas ruinas demuestran hoy la existencia de la que fue una de las fortalezas más inexpugnables construidas por el ser humano: Alamut, el nido de las águilas. Las pocas rocas que sobreviven al paso del tiempo fueron testigos, allá por los siglos XI y XII de nuestra era, de la vida de una sorprendente secta: los nizaríes, que encontraron en este lugar, en las estribaciones de los montes Elburz al noroeste de la actual Irán, su refugio. Estos montes contemplaron mudos como los nizaríes lograron sobrevivir entre poderosos enemigos practicando una política

Alamaut fue una de las fortalezas más inexpugnables construidas por el ser humano. Conocido como "el nido de las águilas" se alzaba en las estribaciones de los montes Elburz.
Alamaut fue una de las fortalezas más inexpugnables construidas por el ser humano. Conocido como «el nido de las águilas» se alzaba en las estribaciones de los montes Elburz.

de terror, basada en minuciosos asesinatos selectivos de algunos de los personajes más importantes de su tiempo, al más puro estilo de los Servicios Secretos de cualquier potencia actual o de la Guerra Fría. Poco se recuerda hoy de los nizaríes pero el miedo que sembraron fue tal, que el nombre con el que sus enemigos les nombraban haššāšīn (adictos al hašīš) ha derivado en la palabra asesino en muchos idiomas (así lo recoge la RAE para el castellano).

Os invito a conocer su historia.

Hassam ibn Alí-Sabbah

No podemos adentrarnos en la secta de los nizaríes sin conocer la figura y la personalidad de su fundador: Hassam ibn Sabbah, al que sus seguidores otorgaron el título de “el Viejo de la Montaña”, sobrenombre que heredarán sus sucesores al frente de la secta.

El escritor libanés Amin Maalouf lo presenta en su maravillosa novela Samarcanda como un personaje brillante desde su juventud, con gran determinación y seguridad; que llegó al diwan del visir Nirzam al-Mulk (una especie de Maquiavelo iraní que llevó al Imperio selyúcida a su máximo apogeo) buscando introducirse en la corte del Sultán Malik Shah.

Hassam mostró a lo largo de su vida una enorme capacidad para el estudio y una gran curiosidad por todas las áreas del saber. Por supuesto que su principal inquietud fue conocer la tradición religiosa, pero cultivó el estudio de la filosofía, la historia y la astrología, entre otros campos. Ser chií y seguidor de la corriente ismaelí fue un escollo insalvable para triunfar en la Corte de los Selyúcidas, de confesión sunní, pero fuera de la corte se abrieron nuevos y más ambiciosos objetivos para Hassam: ser misionero de su tradición.

Hassam mostró a lo largo de su vida una enorme capacidad para el estudio y una gran curiosidad por todas las áreas del saber. Recibió de sus seguidores el sobrenombre de "el Viejo de la Montaña"
Hassam mostró a lo largo de su vida una enorme capacidad para el estudio y una gran curiosidad por todas las áreas del saber. Recibió de sus seguidores el sobrenombre de «el Viejo de la Montaña»

La labor proselitista de Hassam le hizo viajar durante la mayor parte de su vida, recorrió todo oriente medio, especialmente Egipto. Fue en este momento cuando se alejó del ismaelismo tradicional para acabar creando su propia versión del chiísmo, mucho más mística, austera y estricta en el cumplimiento de los preceptos islámicos (se cuenta que, ya en Alamut, ordenó la muerte de su propio hijo por incumplir la prohibición de consumir vino). Formó su propio grupo de seguidores (fida’is), fieles que mostraban una obediencia absoluta a su persona, y continuó con su labor misionera.

Tanto los sunníes de Persia como los ismaelíes de El Cairo, veían en esta nueva secta un enemigo potencial y comenzaron su persecución. Hassam buscó entonces un refugio seguro para sus seguidores, y halló una serie de asentamientos inexpugnables en las montañas desde los que poder defenderse y continuar sus meditaciones y prédicas. La más importante de esas fortalezas fue Alamut.

La conquista de la fortaleza no fue sencilla, aunque sí incruenta. Hassam envió a uno de sus misioneros de incógnito para convencer a sus habitantes de que se unieran a su secta y abrieran las puertas de las murallas. Casi lo logró, pero el gobernador descubrió el ardid y expulsó a todos los ismaelíes. Sólo unos años después el propio Hassam logró entrar en la fortaleza y convencer al gobernador de que era imposible oponerse a sus planes, pues ya había conseguido implantar su fe entre casi todos los habitantes de Alamut.

Los asesinos de Alamut

Pese a lo inexpugnable de su guarida, la situación de la nueva secta era muy precaria. Estaban rodeados de enemigos sunníes y mantenían malas relaciones con los chiíes de El Cairo, tras haber apoyado al candidato perdedor en una lucha sucesoria. De modo que Hassam organizó un sistema de supervivencia para sus fieles basado en el ataque. No se trataba de luchas directas contra ejércitos rivales, lo que hubiera llevado a una pronta derrota de los poco numerosos niziríes; sino golpes puntuales, casi quirúrgicos, para eliminar a personalidades importantes y generar miedo entre los enemigos.

La forma de actuar era la siguiente: desde Alamut, u otras fortalezas dominadas por los niziríes, organizaba pequeños grupos, cinco o seis individuos (fida’is), que eran enviados para asesinar al enemigo en cuestión. Con infinita paciencia y sigilo se introducían en los círculos frecuentados por sus víctimas, las misiones podían llevar años, pero las amenazas siempre se cumplían. El desprecio por la vida propia les hacía aun más infalibles, no les importaba morir, es más, a menudo buscaban esa muerte por la fe o la fidelidad a su jefe. Tampoco trataban de ocultar sus crímenes, al contrario, parte de la estrategia consistía en generar el máximo miedo posible, por lo que era esencial que se supiera que ellos estaban detrás de cada asesinato.

Con infinita paciencia y sigilo se introducían en los círculos frecuentados por sus víctimas, las misiones podían llevar años, pero las amenazas siempre se cumplían
Con infinita paciencia y sigilo se introducían en los círculos frecuentados por sus víctimas, las misiones podían llevar años, pero las amenazas siempre se cumplían

Las víctimas eran personajes de gran importancia, con cuyo ejemplo se pretendía atemorizar a otros que trataran de limitar el poder de la secta o planear un ataque contra sus fortalezas. Crearon un clima de miedo que les permitió sobrevivir entre poderosos enemigos más de ciento cincuenta años. Una de sus más destacadas víctima fue el propio Nizam al-Molk, el gran visir del sultán Malik Shah; el hombre más poderoso de Persia fue asesinado en el 1092, demostrando que nadie estaba fuera del alcance de sus puñales.

Los nizaríes fueron testigos de la llegada de los cruzados cristianos a finales del siglo XI, pero sus relaciones con ellos no fueron de tan conflictivas como podría esperarse. Los nizaríes compartían con los cruzados enemigos: los selyúcidas sunnís y los fatimíes, por lo que llegaron a colaborar puntualmente. Un caso muy llamativo fue el de Saladino, el personaje que logró unificar a los musulmanes, era el gran enemigo de los cruzados pero también de los nizaríes, cuya vida amenazaron en varias ocasiones (en una de ellas dejaron un cuchillo bajo su almohada mientras dormía, para advertirle de que su vida estaba en sus manos).

Tener un enemigo común con los cristianos no evitó conflictos con ellos, siendo el primer personaje cristiano cuya muerte se atribuye a los nizaríes nada menos que el rey de Jerusalem Conrado de Montferrat el 28 de abril de 1192.

El Paraíso de los asesinos

Son muchas las leyendas que circulan alrededor de los nizaríes, algunas intentan explicar la determinación con la que los fida’is de Hassam afrontaban sus misiones suicidas. El relato que más ha influido en la visión occidental sobre este hecho es el de Marco Polo. El veneciano habla de unos jardines maravillosos ocultos en Alamut, en ellos se dejaría a los nuevos fieles bajo el efecto del hachís para que disfrutaran del Paraíso. Pasado un tiempo se les arrancaría de este gozo convenciéndolos de que la única manera de volver era muriendo en una de las misiones que se les encomendara. El nombre de haššāšīn, por el que les conocían sus enemigos, es fruto de esta creencia.

La destrucción de Alamut

Hassam Sabbah era conocido por sus seguidores como sheik-al-jebal, el viejo o el venerable de la montaña. Un título que a su muerte, en el 1124, fue heredado por los siguientes líderes de la secta, perpetuando su legado y manteniendo su visión del Islam, incomprendida y atacada por sunníes y chiíes. En Alamut se continuó con la faceta intelectual y cultural de su fundador, siendo un importante centro de reflexión sobre la religión y generando una importante biblioteca. La leyenda habla también de conocimientos esotéricos, algo bastante común para descalificar cualquier doctrina que rompiera con la ortodoxia pero que conecta con el misticismo propio de los chiíes en general, y los ismaelíes en particular. Parece ser que Hassam llevó este estudio un paso más allá.

La proverbial austeridad y fidelidad a las leyes de los nizaríes encontró una curiosa excepción durante el gobierno de dos de sus líderes Hassan II y Muhammad II. El primero anunció en el 1164 el advenimiento del Imán Oculto esperado por los chiíes, prohibió todos los antiguos preceptos por innecesarios, y autorizó la música y el alcohol entre sus fieles. Murió asesinado. Su sucesor, Muhammad II, continuó su legado y, tras su muerte, en 1210 se volvió al ascetismo inicial, pero la esencia de la secta iba ya en declive.Pablo montando en camello

La derrota final no llegó de manos de sus tradicionales enemigos, sino de un nuevo pueblo que emigraba desde los confines de Asia: los mongoles. Hulagu Kan, nieto de Gengis Kan, asedió en 1256 la fortaleza de Alamut, el último sheik-al-jebal Rukn, al-Din Khurshah, rindió la plaza sin apenas resistencia. Alamut fue totalmente destruido para evitar que la formidable fortaleza pudiera renacer en manos de algún enemigo. Junto a sus murallas desapareció su legendaria biblioteca.

Fuentes

ARMSTRONG, Karem, El Islam, Mondadori, BarcelonaI, 2002.
JAMES, E.O., Historia de las religiones, Alianza Editorial, Madrid, 2006.

LÉVI-PROVENÇAL, La Civilización árabe en España, Espasa-Calpe, Buenos Aires, 1953

MAALOUF, Amin, Samarcanda, Alianza Editorial, Madrid, 2003.

Enlaces

http://es.wikipedia.org/wiki/Nizar%C3%ADes

http://es.wikipedia.org/wiki/Hasan-i_Sabbah

http://es.wikipedia.org/wiki/Alamut

http://historiaelportal.blogspot.com.es/2009/11/nizaries-los-asesinos.html

Foto Alamut:

http://www.flickr.com/photos/looking4poetry/1233591070/sizes/z/in/photolist-2T1tDy-2X313H-34kE2A-31gXNo-4V9wZ8-2SW4Bk-2YHicL-2X3Eei-7PCiQp-7PCaC6-2T1tQA-33GyZn-37EAH2-4HgN2y-dUTHYH-dU1hiG-9eeTJU-e5WUKH-e65t3W-e5WLFg-e65aVh-e64jcw-e5WPHK-e5Z3kD-e656zh-e62Pv3-e5Xh8H-e5YXZt-e63LC7-e63QrS-e5XTFr-e62S5U-e5YU8r-e5XKka-e64tpS-e65mzA-e5WZxz-e62Yos-e5Xy1z-e5ZZ24-e65Qhy-e65VyQ-e65gww-e64PnQ-e5Ww14-e66xqW-e5ZGDk-e5XBmZ-e5WGg2-e5YiRD-e64doQ/

Miniatura de Hassam ibn Sabbah

http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Hassansabbah2.jpg

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