El arte islámico II: contexto histórico, cultural y social
El contexto histórico, cultural y social del arte islámico, está profundamente marcado por la religión predicada por Mahoma. En lo político dividimos la historia del Imperio Islámico y también de su arte según la sucesión de califatos. La historia de Al-Ándalus estuvo marcada por las relaciones de mayor o menor dependencia de los califatos, y la relación de fuerzas con los reinos cristianos.
Mahoma y el Islam
La civilización islámica tiene su origen en la nueva religión predicada por Mahoma (571-632) en el siglo VII. Mahoma trabajó como caravanero en Arabia hasta los 40 años. Estaba casado con Jadidja, una rica viuda veinte años mayor que él. Su vida cambió en el verano del año 610 mientras rezaba en una cueva cercana La Meca y se le apareció el Arcángel Gabriel.
Según la tradición musulmana a Mahoma le fueron reveladas las 114 suras (capítulos) que conforman el Corán, libro sagrado y guía espiritual para los musulmanes.
El oficio de Mahoma le había puesto en contacto con otras religiones como el judaísmo, el cristianismo y el zoroastrismo, de las que tomó alguno elementos esenciales, a los que unió las prácticas de los clanes árabes: importancia de la ciudad santa de La Meca y de las peregrinaciones, la organización tribal de la sociedad y lso clanes… creando una religión esencialmente monoteísta.
Mahoma encontró muchos problemas en su ciudad al predicar la nueva religión, pues chocaba con los cultos politeístas y fetichistas de las tribus árabes. Tuvo que huir de la Meca en el año 622 refugiándose Yatrib, conocida después como Medina al-Nabí1. Este hecho, conocido como la hégira, inicia el calendario musulmán. Mahoma continuó con su predicación y logró reunir un numeroso grupo de fieles con los que atacó y conquistó La Meca.
Cuando Mahoma murió, en el año 632, había logrado unificar a las tribus nómadas de Arabia y a las ciudades costeras del Mar Rojo y de Yemen. Había creado el germen de una nueva civilización basada en el Islam, y las bases de un estado teocrático en expansión: el Imperio Islámico.
Los califatos
Tras la muerte de Mahoma se abrió entre sus seguidores un debate sobre su sucesión. Tratándose de una Estado teocrático, los nuevos líderes conocidos como Califas (seguidores), aglutinarían el liderazgo religioso y el poder político. Los primeros Califas fueron elegidos de entre los más cercanos compañeros de Mahoma (Califato Perfecto u Ortodoxo) pero, a medida que fueron desapareciendo, surgieron unas dinastías que se sucedieron en el gobierno del Imperio.
La sucesión de los califatos marca las etapas de la civilización islámica.
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Califato Ortodoxo (622-661): con Mahoma y los cuatro primeros Califas (Abu Bakr, Umar, Uthman y Ali Ibn Abi Talib), el Islam se expandió por Arabia, Mesopotamia, Siria, Persia y Egipto. Vencieron a los dos grandes imperios de la zona: el persa y el bizantino, a los que les arrebataron las provincias de Cirenaica, Egipto y Palestina. Los musulmanes fueron muy permeables a las formas de organización política, la cultura y el arte de los imperios conquistados.
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Califato Omeya (661-750): el Islam sufrió su primera gran disputa interna, ente los partidarios de Alí y los de la dinastía Omeya. De este enfrentamiento derivó la división entre Chiíes y Suníes que se mantiene viva hasta nuestros días. La dinastía Omeya trasladó la capital del Imperio a Damasco. Continúo la expansión, se hizo con los restos del Imperio Bizantino en el norte de África sometiendo a las tribus bereberes y, por el este, se extendió hasta Afganistán. Desembarcaron en la península Ibérica en el año 711, conquistándola en poco tiempo ante la división del reino Visigodo. La expansión musulmana fue frenada en la batalla de Poitiers (732) por Carlos Martel.
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Califato Abbasí (750-XI): los abbasíes destronaron a los Omeyas haciéndose con el poder en el Imperio Musulmán. Trasladaron la capital a Bagdad, acrecentando la influencia persa en sus formas políticas y en su arte. Durante este periodo el Califato ya no pudo controlar todas las tierras de religión musulmana, territorios como la península Ibérica reclamaron su independencia política primero, y religiosa después.
Con ambas dinastías quedaron configurados los aspectos más notables de la civilización musulmana en lo político, la filosofía, la religión y el arte.
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Dinastías turcas (XI-XIX): diversas dinastías turcas se hicieron con le control de Bagdad, dominado Persia, Asia Menor y Egipto. Junto a la figura simbólica del Califa cobró importancia la del Sultán, dominador político del Imperio.
Al-Ándalus: los musulmanes España
El año 711 fue el de la llegada de los musulmanes a la península Ibérica. La victoria sobre las tropas de Don Rodrigo en la batalla del Guadalete fue decisiva. Comenzaba una etapa de casi ochocientos años de dominación árabe, más o menos extensa (711 y 1492).
Denominamos al-Ándalus a los territorios de la península que a lo largo de estos siglos estaban bajo dominio musulmán, independientemente de su extensión. En ellos se desarrolló un arte y una cultura marcados por el Islam, pero con importantes aportaciones autóctonas.
Dividimos la presencia musulmana en la península en varias etapas:
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Emirato dependiente de Damasco (711-773): durante este periodo al-Ándalus estaba bajo el dominio del Califa Omeya. Desde oriente se nombraba un emir para gobernar al-Ándalus. Fue una etapa marcada por los conflictos entre las diversas facciones musulmanas.
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Emirato independiente de Bagdad (773-929): el príncipe Omeya Abd al-Rahman I logró escapar de la matanza que los Abbasíes perpetraron contra su familia. Llegó hasta Córdoba y, con el apoyo de los clientes de su familia, logró instaurar su dominio sobre al-Ándalus. Pese a la independencia política mantuvo la apariencia de sumisión religiosa a Bagdad.
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Califato de Córdoba (929-1031). Tras asentar su poder en la península los Omeyas dieron el paso definitivo para su ruptura con Bagdad. Abd al-Rahman III se proclamó Califa, dando inicio al periodo más brillante de la civiliuzación islámica en España.
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Primeras Taifas (1031-1086): la fitna (guerra civil) asoló al-Ándalus y rompió la unidad de Califato en pequeños reinos, ricos económicamente, pero débiles política y militarmente. El equilibrio de fuerzas en la península cambió en favor de los reinos cristianos, quienes cobraban la parias a los reinos de taifas a cambio de respetar su independencia.
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Imperio Almorávide (1086-1121): ante el avance cristiano, que llegó a conquistar Toledo, los reyes de taifas pidieron ayuda a este pueblo africano de reciente conversión al Islam. La inicial unificación de los reinos musulmanes duró poco, nunca hubo un buen entendimiento entre almorávides y andalusíes.
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Segundas Taifas (1121-1145): el proceso de división de al-Ándalus volvió a repetirse con características similares.
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Imperio Almohade (1145-1212): los almohades desembarcaron en al-Ándalus tras dominar en norte de África bajo la dirección de Yusuf II. La victoria de Alarcos en 1195 les permitió dominar al-Ándalus. La victoria de una alianza de reyes cristianos en la batalla de las Navas de Tolosa en el año 1212, fue el inicio del fin del dominio musulmán.
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Terceras Taifas (1212-1238): la victoria en la Navas de Tolosa permitió a los cristianos controlar el paso de Despeñaperros, desde ese momento el avance cristiano hacia Andalucía se aceleró.
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Reino Nazarí de Granada (1238-1492): fue el último de los reinos musulmanes en España, su potencia económica les permitió comprar la “protección” de Castilla. Fue conquistado por los Reyes Católicos.
1La Ciudad del Profeta.
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