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Pintura Renacentista: el Quattrocento

Botticelli, Atenea y el Centauro.

Características de la pintura del quattrocento

La pintura de renacentista en Italia vivió un desarrollo paralelo al del resto de las disciplinas artísticas. Fue en Florencia donde el pintor Masaccio adoptó una nueva actitud artística que rompió con la tradición gótica, si bien en la obra de Giotto existe un claro precedente.

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Las características más importantes del nuevo estilo fueron:

Pintores del Quattrocento

Florencia fue el gran centro artístico del siglo XV y de allí procedían la mayor parte del los grandes pintores de la época.

Fra Angelico (1387-1445), representó el nexo con el arte gótico. Su sentido curvilíneo, sus formas alargadas y sus dorados recuerdan al estilo gótico y a la escuela de Siena, pero su concepción del volumen supuso la irrupción de un nuevo elemento en la pintura. Es el autor de La Anunciación que podemos contemplar en el Museo del Prado. Sus obras despliegan dulzura y un temperamento sin sobresaltos, transmitiendo el mismo equilibrio a paisajes, líneas y colores. Buena parte de su vida artística la consagró a decorar con frescos las celdas del convento de San Marcos, en el que vivió.

Masaccio (1401-1429) casi contemporáneo del anterior fue el verdadero renovador de la pintura. La preocupación por el volumen de sus figuras y la perspectiva conecta con las investigaciones arquitectónicas de Brunelleschi y Alberti. No dudó en utilizar las leyes matemáticas para la configuración de la perspectiva en su obras, como podemos ver en su Trinidad. Los frescos de la capilla Brancacci1 fueron un verdadero manifiesto del nuevo espíritu pictórico y sus objetivos podemos verlo en el fresco de La Moneda del Tributo y

Piero della Francesca (1416-1492) fue discípulo de Fra Angélico. Sus frescos sobre la Leyenda de la Santa Cruz, en la Iglesia de San Francesco de Arezzo, muestran su capacidad para el manejo de la luz. Su técnica de iluminación, por la parte posterior de las formas, y de los delicados matices, sólo perceptibles tras un examen detenido, suponen una evolución en el tratamiento de los volúmenes.

El último de los grandes maestros del Quattrocento fue Alessandro Boticelli (1445-1510). Su obra es muy reconocible por su dibujo nervioso, el movimiento que agita todas sus formas; y por la dulzura, la sensibilidad y la nostalgia que asoma en los rostros de sus personajes. En la melancolía de esos rostros son muchos los que ven el reflejo del talante del pintor y de la nostalgia que invadía la vida florentina a finales del siglo XV, cuando se constataba la inferioridad política de las repúblicas italianas frente a las potencias nacionales (Francia, España e Inglaterra) y de Roma tomaba el liderzgo como foco artístico.

Sus paisajes primaverales y la glorificación del cuerpo humano desnudo culminan los temas del Quattrocento, como puede comprobarse en obras como El Nacimiento de Venus, Palas y el Centauro, y La Primavera. Sus figuras tienen un aspecto afeminado, suave y ambiguo. Los rostros son suaves, de gran belleza y de mirada triste y distante que se repiten constantemente. Las figuras parece que estén soñando.

Botticelli trabajó todos los géneros pictóricos que estaban en boga durante el siglo XV: alegóricos, mitológicos, religiosos, literarios, etc. Siendo sus obras más destacadas:

1Iglesia del Carmine en Florencia.

2La admiración de los artistas renacentistas por Apeles también tenía un componente social, ya que este pintor fue amigo personal de Alejandro Magno, tenía el reconocimiento que estos pintores querían para ellos, y su arte, de su sociedad.

3La descripción de la obra pudo encontrarla en los Diálogos de Luciano de Samosata y también aparece mencionada por Leon Battista Alberti en su tratado De pictura.

4Algunas teorías sostienen que el dios Mercurio es un retrato de Juliano de Médici (hermano de Lorenzo de Médici), y que la Castidad representa su amante Simonetta Cattaneo.

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