Durante el siglo XIX la arquitectura se enfrentó a la necesidad de replantear sus principios. Por un lado tenemos una sociedad cambiante, la revolución industrial, los nuevos inventos, el ocio y el aumento de la población, exige nuevas formas de construcción, y nuevas tipologías que no tenían precedentes. Por otro lado los nuevos materiales como el hierro, el vidrio, el acero y el cemento se abrían camino, pero aún faltaba una nueva arquitectura que diera respuesta a las necesidades y la manera de usar los nuevos materiales.